Amor innato por las abejas

Fotos: suministradas y del Instagram Stiven Herrera.

El joven mejora su entorno a partir de la crianza de las ‘heroínas polinizadoras’.


Desde niño, Stiven Herrera sintió fascinación por las abejas. Gracias a ello, se ha convertido en un productor importante de estos polinizadores en una finca de la vereda Puerto Perú. Su labor no solo va de la mano con su formación profesional, sino que además ha contribuido a generar conciencia en la comunidad sobre la importancia de estos insectos para el entorno.

TOME NOTA

Las abejas meliponas son de gran tamaño y están entre las más apreciadas, pero suelen vivir en la selva, por lo que su crianza puede ser complicada. En cambio, las abejas trigonas son más idóneas para ambientes suburbanos.

Abeja xylicopa solitaria que poliniza flores de gran tamaño.

Subsistencia fundamental


El 2013, con tan solo 11 años de edad, Stiven conoció a una persona que tenía unas colmenas de abejas y realizó capacitaciones en la vereda Puerto Perú. Acordaron instalar algunas colmenas en la finca La Rosita, propiedad de su abuelo y donde el joven reside. A partir de entonces inició un proceso de aprendizaje sobre la producción de abejas.


En octubre de 2015, Stiven recibió su primer enjambre y a partir de allí comenzó su propia selección. Inició con abejas importadas, pero desde 2018 introdujo el cultivo de nativas. “En este momento, por temas de tiempo, no trabajo con abejas muy complejas, sino con las llamadas angelitas (Tetragonisca angustula y Nannotrigona perilampoides), que son las especies más amigables”, afirma el apicultor.


Y es que pese a su juventud y a que señala que conoce a personas de mayor trayectoria en la crianza de abejas, Stiven habla con gran autoridad del tema. Su experiencia le ha permitido, por ejemplo, distinguir cuáles son las razas más idóneas para la zona.


Algunas especies europeas o traídas de otras latitudes se adaptan fácilmente a la altitud, y unas, como las africanas, pueden producir hasta 10 veces más miel que las abejas originarias de nuestra zona.


Pero, a diferencia de otros apicultores, Stiven está enfocado en lo que para él es prioritario: la reproducción misma de las abejas, y no sus productos como la miel o el polen. El joven resalta desde su conocimiento que sin las abejas, desaparecerían muchos de los productos que llevamos a nuestra mesa, por lo que su subsistencia es fundamental para la nuestra.
Gracias a ello, habitantes de la vereda se han concientizado sobre el valor de las abejas y se preocupan por ayudar en su reproducción, así como la propia familia de Stiven, que colabora con las labores del cuidado de las polinizadoras, pese a que conservan cierto miedo hacia ellas.

Haciendo cruces

Stiven ha trabajado en la modificación genética de sus abejas, proceso que denomina como “curioso”. Este proceso se efectúa a través de los cruces y en él participan las reinas y los zánganos de las colmenas. Con estas variaciones se busca generar mayor resistencia a posibles enfermedades, mansedumbre para minimizar pérdidas y aumento de la producción de miel (factor que no es prioritario para él).

DATO

Flores como la pitahaya son algunas de las preferidas de las abejas de la finca.

Abeja polinizadora en una flor de pitahaya.

DATO

Stiven tiene 19 años de edad y estudia Ingeniería Agroindustrial.

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