En la ciudad donde florecen los ocobos, la noche del 18 de octubre, la Policía Metropolitana de Ibagué se preparaba para el desarrollo de una operación que demandaba el compromiso de los mejores hombres y mujeres de esa unidad policial.
El lugar del operativo era un restaurante campestre, prestado por los propietarios para una reunión que se organizaba en su interior. Según información de inteligencia, desde tempranas horas se observaba un flujo constante de personas y vehículos.
Cuando el reloj marcó las 18:00 horas, se lanzó la operación “Renacer esperanza”, un grupo de más de 15 hombres y mujeres, liderados por el señor coronel Diego Mora, comandante de la Policía Metropolitana de Ibagué, llegaron al restaurante “Rústico”, ubicado en la variante, vía Cajamarca.
En el lugar ya se encontraban las dos personas más importantes, la señora Eneida Correa Rubio y su hija Liseth Camila Ospina Correa, las protagonistas de esta historia.
Su historia
Hace 15 años, en el hospital de Rovira nació Liseth Camila Ospina Correa, la segunda de cuatro hermanos.
Desde su nacimiento, Camila enfrentó grandes desafíos, fue diagnosticada con mielomeningocele, hidrocefalia, pie equino, displasia de cadera y escoliosis, condiciones que la postraron en una silla de ruedas.
A pesar de las adversidades, su mamá, la señora Eneida Correa entregó su cotidianidad a cambio del bienestar de su segunda hija, las vicisitudes de la vida, convirtieron a esta familia en una inspiración.
Hoy, la familia correa está conformada por cuatro hijos, Yensury de 20 años, Camila de 15, Samuel de 5 y Jerónimo de 4 años. La señora Eneida, lucha cada día para sacar adelante a sus hijos, trabajando de manera esporádica, acompañando a personas que se encuentran hospitalizadas y vendiendo ropa a través de las redes sociales.
Una inspiración para todas las generaciones
Camila se convirtió para su familia, sus amigos, y para quienes la conocen, en un símbolo de resiliencia. Con ella renacieron las esperanzas de trabajar incansablemente por una sociedad más incluyente, soñar con un futuro no muy lejano, donde todos los niños puedan sonreír sin temores.
Resulta fascinante pensar que una niña de 15 años, con diagnósticos complejos de salud, sigue regalando sonrisas, abrazos y buena vibra, recorriendo el mundo en su silla de ruedas con una actitud contagiosa.
Es así que, un día cualquiera, hace 4 años, a través de las redes sociales se fraguó un encuentro que marcaría la vida de la familia Correa y de un grupo de uniformados de la Policía Comunitaria de Ibagué.
Esta valerosa niña, desde sus 10 años, había incursionado en la venta de pijamas a través de las redes sociales, lo que permitió el inesperado encuentro entre su familia y la patrullera Jessica, del grupo de Policía comunitaria de la estación norte.
Desde que esta uniformada conoció a Camila, hubo una transformación en su forma de ver la vida y dio paso a una amistad que día a día se fortalece, sin prejuicios, sin reproches, cimentada en la esperanza y la ilusión de un mejor mañana.
Para agosto de 2024, la silla de ruedas de Camila dejó de funcionar, resultado del crecimiento de Cami y del paso del tiempo que ya dejaban ver el desgaste.
Sin pensarlo, el grupo de policía comunitaria inició la gestión, logrando que la Secretaría de Desarrollo Social de la Alcaldía de Ibagué donara una silla de ruedas nueva para Camila. Su entrega a pesar de que no fue con bombos y platillos, significó mucho para los protagonistas de esta linda historia.
Los quince años de Cami, la operación “Renacer esperanza”
Dicen que los amigos son como la familia que elegimos con el corazón, que sin llevar la misma sangre, generan lazos inquebrantables de hermandad y que despiertan la necesidad imperante de siempre velar por el bienestar de quien se considera el mejor amigo.
Inspirados por esta idea y por el deseo de que Camila viviera los quince años como siempre lo soñó, el grupo de Policía Comunitaria, con el apoyo de diferentes entidades y personas, dio inicio a la organización de la que llamarían operación “Renacer esperanza”.
El viernes 18 de octubre, a las 18:00 horas, en el restaurante campestre Rústico, se dio inicio a la celebración. Camila hizo su entrada triunfal, recorriendo una calle de honor formada por los policías de la Metropolitana de Ibagué, que con sus guantes blancos le marcaban el camino hacia la felicidad.
En medio del escenario se encontraba una caja grande, recubierta por varios pliegos de papel regalo, que capturaba la atención de todos. Camila y su familia, no dejaban de pensar en lo que había dentro de la misteriosa caja.
Al anunciarse la sorpresa que se tenía preparada, el coronel Diego Edixon Mora Muñoz, comandante de la Metropolitana de Ibagué, se acercó a Camila y le hizo entrega de la gran caja. Camila con una sonrisa en su rostro, empezó a rasgar cada pieza de papel, hasta lograr destaparla.
Los uniformados ayudaron a extraer de allí el regalo esperado, como si se tratara de un destello del sol, relucía una nueva silla de ruedas, esta vez, una silla con funcionamiento eléctrico.
Esta silla había sido donada por la señora Sol Covaleda, de la fundación Nuestra Señora de la Esperanza, a pesar de que no era un elemento nuevo, estaba en óptimas condiciones, solo requirió de retoques, como pintura y limpieza, que fueron realizados por el grupo de Policía Comunitaria.
En su nueva “Carroza”, como le llama Camila, pudo bailar el vals y disfrutar de una noche cargada de música, serenatas, diversión y por supuesto mucho, pero mucho amor, que marcaron el día de sus quince años, el cual quedará grabado en su memoria para siempre.
La verdadera amistad no conoce barreras, sino que se fortalece con el apoyo incondicional, la empatía y la capacidad de ver más allá de las limitaciones. En esos lazos inquebrantables, las personas encuentran no solo fortaleza, sino también la libertad de ser ellas mismas, recordándonos que el mayor acto de amistad es caminar juntos, sin importar el terreno que se deba recorrer.