¿Cuándo volvemos al colegio? Es una de las preguntas más frecuentes de esta maestra que debe atender a sus estudiantes, su familia y enfrentar la pandemia con paciencia.
Durante más de 50 días las risas, los cuadernos, los juegos y las loncheras han tenido que quedarse en casa debido a un nuevo virus que ha cambiado por completo la vida del planeta, principalmente la de los más pequeños que acatando las restricciones del Gobierno están ahora en casa.
Pero aún en medio del confinamiento, estudiar sigue siendo una de las mayores responsabilidades que estos pequeños cumplen a pesar de la distancia y las dificultades que implica lo virtual; y todo, con la inmensa alegría que les genera aprender como si estuvieran en el salón de clases y decir ¡presente!, con la noble compañía de sus profesores que también asumieron este reto.
Ese es el caso de Irma Villanueva, una docente de la Institución Educativa Simón Bolívar en Ibagué, donde dirige el grado Preescolar II, un grupo de 29 pequeñines entre los 5 y 6 años que no ven la hora de volverse a encontrar para aprender y jugar.
Mientras tanto, cuenta la ‘profe’, quien lleva más de 30 años de carrera, que este ha sido uno de sus mayores retos; y ello toda vez que los niños -aunque sean nativos digitales- , y ella, jamás se imaginaron estudiar a distancia y no sentir el cariño y la felicidad estando cerca.
Aún así, todas las mañanas -jornada en la que estudian-, convierten las salas de sus casas en el aula de clase, y a través de varias herramientas como WhatsApp, llamadas telefónicas y videollamadas, aprenden las vocales, los números, los colores y otras áreas como Educación física.
“No hay que dejar de motivarlos”
Cabe señalar que aún con las diversas herramientas de las que hacen uso, muchos de estos dedicados estudiantes han tenido que cambiar sus rutinas, porque sus padres o acudientes deben trabajar y llevarse el único celular o computador que hay en casa.
En otros casos, muchos de ellos no tienen ni siquiera acceso a internet y otra de las formas en que la ‘profe’ ha visto no dejar de estudiar es de manera remota: “dejo un material en la fotocopiadora que queda cerca al colegio y los papitos lo recogen (…) esto sale de mi bolsillo porque es claro que muchos de ellos tienen que invertir en comida y otras necesidades que resultan más urgentes”, confesó.
De esta manera, todos los días muy temprano ella llama a lista y durante la jornada van enviando sus tareas y resolviendo inquietudes. Constantemente recibe fotos y videos como evidencia de sus trabajos.
“En principio fue difícil, pero seguimos aprendiendo. Igual estoy triste porque no he podido llegar a algunos niños (…) uno de ellos vive en la vereda Cay y no le llega el internet, entonces lo llamo y le explico qué se debe hacer con los temas; yo quisiera que él me viera, incluso hago hasta musarañas (risas).
Los papás me colaboran mucho, pero no es igual que verlos, tenerlos cerca. Me da mucha alegría escucharlos en notas de voz diciendo profe te quiero mucho, la extraño, cuándo vamos a volver al colegio y jugar con mis compañeritos”, expresó.
Por otra parte, algunos de sus estudiantes han “desaparecido” por varios días. “Tengo seis niños venezolanos que pensé que habían regresado a su país, pero luego de unos días una mamá se comunicó y dijo que le había sido imposible conectarse porque aunque no se había ido, buscaba la manera de trabajar y conseguir para la recarga porque no alcanza para un plan”.
Cabe destacar que muchos de los padres de familia son vendedores informales, y deben distribuir su tiempo para también estar pendientes de la formación de los más pequeños aún cuando regresan tarde y deben llenarse de paciencia.
De ahí que dentro de las estrategias también se suman espacios como la clase de Educación física, donde los niños sintonizan un programa que emite Señal Colombia, un canal público que también contribuye por este tiempo a la enseñanza en casa.
“Mis chiquitos y yo al tiempo vemos la franja donde hacen actividad física. Yo les digo que pongan un trapito cómodo y hagan hasta yoga. No hay que dejar de motivarlos”.
Un cuaderno lleno de sueños
Según la profe Irma, no hay nada más especial para un niño que su cuaderno. “A los niños de Preescolar les encanta su cuaderno”, de ahí que una vez a la semana se encuentra con los papás en donde deja consignados varias actividades.
Y ellos, en su profunda inocencia trabajan en su diario lleno de sueños que atesoran como una gran joya. De ahí la necesidad de la profesora por enviar videos a sus niños explicando como si fuera presencial la clase, lo que deben hacer.
Así tanto ellos como la ‘profe’ rompen un poco la distancia que sin saber cuánto tiempo durará, siguen estudiando con esmero porque se convencen que la educación es lo más importante.
“Ahora mi sala se ha convertido en el aula de clase, la sala está llena de carteleras porque como no tengo tablero, monté ese papel donde les explico todo”.
Y agregó: “Todo esto me ha dejado muchas enseñanzas: Que en lo digital sí se puede porque jamás me había imaginado en estas, pero que me hacen mucha falta mis niños y sus expresiones de cariño (…) y que hay que saber distribuir todo el tiempo frente a otras responsabilidades del hogar; ha sido duro pero gratificante”.
Por Alejandra Caviedes