IBAGUÉ. Ayer en la tarde se llevaron a cabo las exequias del niño que murió en extrañas circunstancias en el barrio San José. Su presunto homicida quedó libre, pero sigue vinculado al caso.
Historia. El pequeño ataúd blanco con el cuerpo de F.S.M.R, de tres años de edad, recorrió las calles del barrio Ricaurte desde el Salón Comunal donde fue velado hasta la iglesia Inmaculado Corazón de María, allí le dieron el triste adiós.
Las lágrimas de una pariente sobre el féretro ‘partieron’ los corazones de quienes acompañaron al sepelio.
“¿Negrito por qué me dejaste? No quiero que lo metan a ese hueco, no quiero que lo metan allá, ¿por qué tuvo que pasarle eso ‘Negro’? ¿por qué?” gritaba la joven mientras trasladaban los restos mortales del infante acompañado por niños que llevaban un pabellón con cintas azules y blancas.
Algunos testigos indicaron que su madre asistió a la eucaristía y cargó el féretro mientras lloraba.
Durante la misa una ‘chamarra’ verde y rosas blancas fueron puestas en el ataúd. Al terminar la eucaristía, F.SM.R. fue enterrado en el cementerio San Bonifacio.
Hechos. La muerte tocó las puertas de la familia Marín Rojas el viernes al mediodía y se ‘llevó’ a su nietecito en el barrio San José.
Aunque las autoridades continúan con la investigación del hecho, se habla de un homicidio.
Hace tres días el dolor invade a Irán Marín y Sandra Milena Rojas, padres-abuelos de F.S.M.R con el fallecimiento del pequeño en lo que hoy se convirtió en un misterio, pues ese día la hija de 17 años de edad, de Marlín Sáenz Góngora (que estaban al cuidado del niño) le informó a su madre que este estaba herido en la cabeza.
De inmediato, la mujer lo llevó en un motocarga hasta la USI del sur donde informaron su deceso, pues todo indicaba que tenía un disparo en la cabeza con exposición de masa encefálica.
Durante las labores investigativas, la Policía capturó a un joven en la calle 17 número 3-34, quien al parecer habría manipulado un arma hechiza y de manera accidental le quitó la vida al angelito.
El procesado es hijo de Sáenz Góngora, cuidadora del menor, a quien los abuelos de F.S.M.R le pagaban para que estuviera pendiente de él mientras ellos trabajaban.