Mientras unos celebran el final del 2020, una familia en el barrio Hipódromo festeja un nuevo año de vida del patrón de la casa, don Luis Alejandro Páez, quien cumple 100 años de vida. Para él, el secreto para llegar a esta edad, es comer bien y ‘trancado’.
Aunque los años no pasan en vano, don Luis Alejandro luce muy bien, no padece de ninguna enfermedad y juega con sus bisnietos a dominó, quienes deben hablarle duro y al oído para que pueda escuchar bien. Le gusta ver muñequitos en la televisión, en especial aquellos relacionados con los animales.
Este jueves su familia le celebrará el cumpleaños número 100, aunque no como lo esperaban debido a la pandemia. Los familiares con los que reside le partirán una torta y le harán un almuerzo especial.
Su historia
Nació en Boyacá y hace 45 años vive en Ibagué, donde formó su hogar al lado de su esposa Josefina Olaya, quien falleció hace 14 años, pero a quien recuerda a cada instante. Por muchos años trabajó como agricultor y parte de su existencia la pasó en el campo, en una finca ubicada en San Juan, del corregimiento Coello Cocora.
En ‘La Musical’, compró una casa en el barrio San José, pero con el paso del tiempo se fue a vivir al Hipódromo, donde actualmente reside. Tiene siete hijos, 20 nietos, cuatro bisnietos y cinco tataranietos.
Entre risas, don Luis Alejandro le cantó a Q’HUBO unas coplas que compuso en su juventud y otras a lo largo de su vida. Las escribió en un cuaderno que carga como una reliquia. Su día a día transcurre al lado de sus bisnietos, se levanta de la cama, se pone bien ‘pispo’ y no deja a un lado su sombrero y bastón, con el que se ayuda a caminar. Desayuna, almuerza y come muy bien; sus comidas preferidas son el tamal, la lechona y el pescado. De otra parte, su familia contó que el adulto mayor no duerme a gusto porque tiene distorsión del sueño. Sus hijos se turnan para cuidarlo cada cinco meses, tiempo en el que la pasa muy feliz.
La pandemia por el Covid-19 lo ha afectado, pero no su estado de salud, sino porque ha limitado su actividad física. Antes de la enfermedad, salía a caminar por la cuadra, ahora sus seres queridos no lo dejan para prevenir que se contagie del virus.
