Tal vez al momento de leer el titular de este artículo, usted se ha imaginado una película con escenas sadomasoquistas, con dominatrices latigando a sus sumisos y otros juegos eróticos más kinkys (explosivos, pícaros, “salvajes”), pero no. Me voy a referir a los otros juegos de poder, los de premio y castigo, esos de mala educación (sexual) y que ocurren cotidianamente en las relaciones de pareja.
María Teresa y Camilo, aquellos dos personajes, él vestido de traje y ella de lino, ambos de 35 años, han estado casados durante siete años. Camilo siente que ella lo chantajea con el sexo: “María T, siempre termina controlando la situación, cuando yo propongo la relación sexual, ella se desquita, saca a relucir todo tipo de problemas y me dice; “no, está castigado” y se va a dormir a la habitación de al lado. Siempre evitando cualquier diálogo sobre el tema”.
¡Una semana sin sexo!
Las estrategias de limitar el sexo o usarlo como sanción, son más empleadas por las mujeres, aunque también por los hombres. Cuando la persona está enfadada e incluso se siente ignorada u ofendida por su compañero, tiende a dosificar el sexo una semana y hasta más.
Las mujeres que racionan el sexo incursionan en situaciones dañinas y efectos nocivos para su relación y su sexualidad: subvaloran y autodestruyen su deseo total; su placer; su asociación afectiva, laceran la confianza, la intimidad emocional, dejan los problemas sin resolver; y con el tiempo pueden ser protagonistas del debut de otras dificultades (sexuales).
Pero, esto de regular el aquello no es capricho del siglo 21, la conducta mañosa viene desde la Grecia Clásica; cuando en una comedia de Aristófanes llamada Lisístrata, se representa una huelga de mujeres que se abstienen del sexo en pareja con el fin de que sus maridos no se vayan a la guerra del Peloponeso. Haciendo ver desde entonces el sexo como una moneda de cambio o un instrumento de recompensa o castigo.
¡Hágame el favor!
Muchas personas que conviven en pareja aún creen que el sexo es un favor que se le hace al otro. Por lo tanto, al negarlo, dan por hecho que este solo es importante para la pareja y no para sí mismas. En otros casos, llegan a la cama con la idea de no disfrutar, haciendo mala cara, o siendo totalmente pasivas, para demostrar que no les está gustando un carajo, creyendo que así reprenden.
El sexo en pareja es un regalo para los dos, no es un favor ni una herramienta de negociación. El mecanismo por excelencia para negociar es la comunicación. Si usted es de las que privan el sexo, reprime su deseo, o lo hace de mala gana, hágame el favor y piense qué significa el sexo y la sexualidad para su pareja y principalmente para usted.
No escape del sexo
Si vedar el sexo es su manera fácil de expresar inconformismo, enfado, malestar emocional, u otros, es bueno ir buscando otro tipo de soluciones más asertivas y menos dañinas para la autoestima.
Rechazar el sexo puede ser una postura fácil de ejecutar pero nunca hará que la relación consigo misma y con el otro sea saludable y se proyecte. La sexualidad honesta, placentera, generosa y no la resentida, es un buen pegamento a largo plazo de las buenas relaciones de pareja. No escape del sexo, enfrente sus sentimientos, dese y dé la oportunidad de arreglar y no castigar.
¿Por qué se llevan a cabo los “juegos” de poder y como resolverlo? Continuará…
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“El sexo en pareja es un regalo para los dos, no es un favor ni una herramienta de negociación. El mecanismo por excelencia para negociar es la comunicación. Si usted es de las que privan el sexo, reprime su deseo, o lo hace de mala gana, hágame el favor y piense qué significa el sexo y la sexualidad para su pareja y principalmente para usted”.
Norma Bejarano. Psicóloga – Sexóloga. IG @normasexologia020