Los restaurantes y bares de Nueva York, uno de los ingredientes que mejor marcan el carácter de la ciudad, esperan con ansia la vacuna de la covid 19, después de que el alcalde Bill de Blasio anunciara que sus trabajadores pueden optar a ser inmunizados.
En la ajetreada calle de Manhattan, en el barrio de Green Point, el restaurante español El Born es uno de los negocios que espera con impaciencia que sus trabajadores puedan ponerse la vacuna cuanto antes, especialmente cuando las autoridades han prometido la reapertura de los salones interiores al 25 % de su capacidad el próximo 14 de febrero.
La dueña del local, Elena Manich, está ajetreada limpiando de nieve el patio interior del restaurante, donde ha colocado al aire libre las únicas mesas donde puede atender a los comensales, 20 en total, un número insuficiente para que el negocio sea rentable, cuenta a Efe.
Ilusionados por recibir la vacuna
«Justo acabo de hablar con los empleados hoy para darles una carta conforme trabajan aquí. Lo que pasa es que hemos entrado (en la página) online (para recibir la vacuna), pero todavía no vemos la categoría de trabajadores de restaurantes y estamos esperando a que se actualice para no ir al sitio de la vacuna y que nos digan que no nos podemos vacunar», dice Elena antes de subrayar que está con muchas ganas e ilusionada de dar ese paso.
Albert Williams, camarero en el cercano restaurante Xilonen, situado en una esquina del parque McCarren, asegura que la decisión de vacunar a los trabajadores de la restauración es «justa».
Cuenta con ilusión cómo recuerda el momento en el que leyó la noticia de que era elegible para recibirla.
«Ni siquiera habíamos llegado al trabajo y ya estábamos hablando de ello. Esto es como muy nuevo, noticias frescas para mí», dice a Efe, ataviado con una mascarilla que él mismo ha diseñado y que va a juego con su tinte de pelo y su ropa.
Ahora espera que la encargada del negocio donde trabaja desde septiembre, después de llevar meses sin empleo como consecuencia de la crisis, les confirme cuándo podrán recibir la primera dosis.
Una montaña rusa para la hostelería
Los bares y restaurantes cerraron sus puertas en marzo del año pasado, durante la primera ola de la pandemia, y en primavera las autoridades permitieron que se sirviera comida en terrazas y patios interiores.
A finales de verano, cuando las cifras de positividad de contagios de covid-19 se situaban por debajo del 1 %, reabrieron los salones interiores al 25 % de su capacidad, pero con la segunda ola, volvieron a cerrar, quedando solo los patios y las terrazas, donde solo los más valientes acuden a comer con temperaturas que rozan los cero grados.
Pero la semana pasada, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció que los comedores interiores podrían abrir de nuevo al 25 % de su capacidad a partir del 14 de febrero, y un par de días después, el alcalde De Blasio amplió la lista de personas que pueden recibir la vacuna para incluir a los trabajadores de los restaurantes y a los taxistas.
Para Elena, estos meses han sido «un poco bastante locura, en constante adaptación, reduciendo personal, aumentando personal, haciendo construcciones, pagando dinero, perdiendo dinero: un poquito estresante».
Asegura que ha logrado mantener el negocio a flote gracias a una ayuda del Gobierno para los pequeños negocios y confiesa que espera conseguir una segunda para poder sobrevivir antes de que llegue la primavera.
«Sin esa ayuda es imposible, hemos tirado de ahorros, de donde podíamos tirar, pero también llega un momento que es tirar el dinero a la basura», dice antes de agregar, en un brote de optimismo, que espera que en primavera «todo va a explotar y el negocio va a ir bien».
Nervios ante la reapertura el día de los enamorados
Cuando las autoridades anunciaron la reapertura de los restaurantes para el 14 de febrero, precisaron que el objetivo era dar tiempo a los negocios para prepararse.
Sin embargo, Elena considera que los restaurantes están más que listos para abrir sus puertas en cualquier momento, y que lo que necesitan es abrir cuanto antes.
«Además, el 14 de febrero en todo el mundo es San Valentín, pero aquí se lo toman muy en serio, entonces da miedo coger reservas para ese día y que luego los número suban y no nos dejen abrir al final, así que un poco de incertidumbre pero yo espero que dejen abrir», concluye.
Repartidores y taxistas también recibirán las vacunas
Junto a los trabajadores en la hostelería, los repartidores de comida a domicilio y los taxistas también han pasado a ser elegibles para ser inmunizados.
Mientras espera a una cliente junto al céntrico parque Bryant, Causer, que lleva cerca de ocho años conduciendo un taxi, se muestra también ilusionado por recibir la vacuna, aunque confiesa que no tiene miedo de contagiarse, porque el vehículo está equipado con una mampara de plástico que separa el asiento de los pasajeros del lugar que ocupa el conductor.
Preparado para llevar un nuevo pedido, Juan Jara, repartidor de comidas para la aplicación Grunhub, también se muestra contento de poder optar a recibir la vacuna, porque, según explica, siempre tiene medio cuando trabaja, ya que «mucha gente no usa mascarilla».
«Está bien, porque nosotros como deliveros (repartidores) corremos un gran riesgo afuera, en la calle, todo el tiempo. Con la vacuna sé que tenemos que seguir protegiéndonos, pero el riesgo es menor», zanja antes de poner a punto su GPS y acelerar su moto para alejarse del fluido tráfico de la todavía nevada ciudad.