En el mundo, cada 33 minutos una mujer es agredida sexualmente. Y en Colombia el problema tampoco es menor. Entre enero y septiembre de 2020, aún en medio de la pandemia del Covid-19, han ocurrido 445 feminicidios, según los datos del Observatorio Feminicidios Colombia.
En la cuarentena por el covid se observó además un preocupante aumento en las llamadas relacionadas con violencia intrafamiliar. Según Sisma Mujer, entre el 25 de marzo y el 10 de septiembre de 2020, las llamadas por violencia de género crecieron un 121,7 %, al pasar de 6561 llamadas en 2019, a 14.545 llamadas en el año 2020.
Y aunque estas alarmantes cifras han estado en el ojo de las autoridades y de la opinión pública en medio de la pandemia, este 25 de noviembre cobran mayor relevancia en medio de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
La fecha se conmemora en América Latina y el Caribe desde 1981, cuando en el primer encuentro feminista las mujeres propusieron este día en homenaje a las hermanas Mirabal, tres mujeres activistas asesinadas un 25 de noviembre en República Dominicana por ser detractoras de la dictadura de Rafael Trujillo.
Para 1991, Naciones Unidas estableció la fecha como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y desde ese entonces, el 25N se ha convertido en un día clave para el movimiento feminista en pro de exigir sus derechos a la vida, la igualdad y la libertad.
Y es que la violencia contra las mujeres no se detuvo ni siquiera en medio de la pandemia, pues como le explicó a COLPRENSA Beatriz Quintero, presidenta de la Red Nacional de Mujeres, la pandemia evidenció algo que ya era conocido, y es que el lugar más peligroso para las mujeres es la casa. La cuarentena las llevó a quedar atrapadas en el lugar en el que más corrían peligro, confinadas con sus agresores y maltratadores.
Según Quintero, la pandemia afectó también las denuncias de las mujeres en casos de violencia, pues a ellas se les dificultó aún más encontrar excusas para poder salir de sus casas a interponer las denuncias.
Pero el problema de la violencia de género no es nuevo. Según Quintero, viene de una cultura y una educación que han normalizado y naturalizado la violencia contra las mujeres.
“Hay una cantidad de violencias aceptadas y pasivas que a veces a las mismas mujeres aceptamos y a los mismos hombres no les parece violencia, porque se han educado así. La violencia psicológica, por ejemplo, cuando uno ve una pareja y ella le dice que quisiera ponerse a estudiar y trabajar y él le dice que ella es un poquito bruta y que no se ponga en esas cosas”, afirmó la directora de la red de mujeres.
Según ella, el problema radica en que nos hemos educado en relaciones en las que existe un subordinado y un dominador y no en relaciones en las que se reconoce que todas las mujeres son iguales y libres tanto como lo son los hombres.
“Cuando me dicen que hay 445 feminicidios en Colombia es porque todavía hay una sociedad muy enferma. Es la sociedad la que está criando, está educando y está construyendo esos seres humanos que son capaces de herir de esa manera”, afirmó Quintero.
Para Quintero, hay varios factores por lo que hay que empezar para impactar en los casos de violencia contra las mujeres. El primero es acabar con la impunidad. Según ella, ese alto grado de impunidad en estas denuncias se debe a que hay muchos casos y el sistema falla en atender tantas demandas.
Pero sobre todo se debe a que todavía falta mucha sensibilidad por parte de los funcionarios que atienden a las mujeres víctimas de violencia. Quintero comentó que muchos comisarios o funcionarios no le ponen cuidado a las denuncias de las mujeres, la normalizan y en otros casos incluso las responsabilizan por los ataques de los que son víctimas.
“Para los mismos funcionarios algunas denuncias no son normales, porque creen que esa es la vida, que a las mujeres les tocó eso. Hemos tenido casos de comisarios que le dicen a una señora que llega aporreada que no haga enojar al esposo que llega muy cansado de trabajar”, contó.
Esa impunidad y esa culpabilidad a la que son sometidas algunas víctimas ha causado olas de silencio que hacen que las mujeres se queden calladas ante cualquier tipo de violencia física, psicológica, sexual, entre otros tipos de violencia. Por eso, afirmó que el primer paso es capacitar a los funcionarios y que el sistema tenga los medios para las denuncias apropiadas.
Pero además, el siguiente paso son campañas de prevención y de educación en las que se forme a la sociedad en una vida libre de violencias para hombres y mujeres. Por eso, piden que el gobierno se comprometa con acciones reales y no con discursos vacíos en contra de la violencia contra la mujer. Piden un compromiso que luche contra la impunidad en estos casos y que trabaje en campañas para transformaciones culturales reales en esta materia.
Acciones de la Red Nacional de Mujeres
En el marco de este 25N, la Red Nacional de Mujeres, con el apoyo de ONU Mujeres y USAID lanzaron la campaña #SiPasaDilo, una iniciativa que tiene como objetivo promover y fomentar la denuncia de las mujeres que son víctimas de acoso o de cualquier tipo de violencia.
“Es muy importante contar, es muy importante denunciar. No nos podemos quedar calladas si vemos una violencia cercana a nosotras, de amigas, de familiares, de vecinas, denunciemos. Es muy importante, porque es la única manera de romper esa barrera de la impunidad”, afirmó Quintero.
Además, la Red cuenta con una aplicación para celular que se llama ‘Ellas, libres de violencia’, una herramienta diseñada para orientar e informar a las mujeres sobre los tipos de violencia y las rutas que deben seguir ante cualquier caso.
En la aplicación, las mujeres pueden encontrar una explicación y ejemplificación de la violencia física, psicológica, económica, política y sexual. Pero además la aplicación usa georeferenciación, por lo que dependiendo de la ubicación de cada mujer le otorga información sobre las comisarías y puntos de denuncia más cercanos a su ubicación.
Las organizaciones feministas lideraron una marcha que partió de la Plaza de Bolívar hacia la Plaza de la Hoja en la ciudad de Bogotá, con el fin de exigir la garantía de una vida libre de violencias para las mujeres. Hubo un tribunal simbólico, un pañuelazo en frente de la Corte Constitucional con el fin de despenalizar el aborto en Colombia y cientos de actividades lúdicas para exigir condiciones de equidad e igualdad para las mujeres.