Expertos en diferentes áreas aseguran que volver a una cuarentena ante la eventual aparición de nuevos brotes de Covid-19, es poco más que un fracaso social y económico. Frente a la prevención del contagio, lo único que quedaría es atender las normas básicas de cuidado personal como el uso del tapabocas, la limpieza de superficies y el constante lavado de manos.
Para Luis Jorge Hernández, epidemiólogo de la Universidad de Los Andes, es inevitable que el coronavirus siga expandiéndose, motivo por el cual las medidas de confinamiento no tienen utilidad alguna.
“Las cuarentenas ya perdieron su efecto. Solo servían al principio para darle tiempo a los servicios de salud. Además, la cuarentena puede ser contraproducente, porque causa daño socioeconómicos y a nivel de salud mental, pero además no garantiza que las personas no se infecten”, añade.
Explica que el aislamiento solo es necesario cuando, de manera individual, se identifica el contagio. Sin embargo, señala que el 30 % no puede hacerlo por cuestiones económicas.
“Por ello le pedimos a la Alcaldía y al Gobierno Nacional que, para esos casos, sea el Estado el que asuma los costos de un hotel o un hostal. Pero encerrar a todo el mundo y amenazar a la gente con eso, ya no sirve”, asevera.
Lo que no descarta es que medidas como toques de queda específicos pueden ser funcionales para disminuir el grado de riesgo en algunos sectores. Señala que la apertura debe ser paulatina para evitar focos masivos de contagio.
Añade que, como bien lo revelan las cifras de las autoridades en salud, las mayores cifras de mortalidad se presentan en los estratos 1 y 2, a lo que el Gobierno debería atender con mayor eficiencia, pues son datos como esos los que dan las claves para la superación de la crisis.
“Encerrar a la gente es una medida facilista. La cuarentena es un fracaso de las políticas públicas. Las pruebas hay que hacerlas en las poblaciones en riesgo, con inteligencia epidemiológica. El gobierno no puede seguir amenazando a la población con una nueva cuarentena”, apunta.
Y es que las autoridades económicas también ven con escepticismo la eficacia de las cuarentenas como medida de prevención de contagio. Señalan que la economía no podría soportar otro golpe así y que el número de empresas quebradas sería poco más que desastroso.
“Las cuarentenas deben ser un recurso de última instancia, porque hay que ir midiendo cuál es el aumento en el número de contagios, muertes y la disponibilidad de unidades de cuidados intensivos. Ya hay cifras muy concretas sobre el costo económico que implica una cuarentena. En abril la producción cayó un 20 %, lo que llevó a que 5,4 millones de empleos se perdieran”, explicó el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía.
Por su parte, el docente de economía de la Universidad de Los Andes, David Pérez Reyna, argumenta que “volver a una cuarentena estricta como la que tuvimos en marzo o en las cuarentenas sectorizadas en Bogotá en julio y agosto sería nefasto. Muchos negocios han cerrado, y los que quedan se han ido adaptando para cumplir con las condiciones de salubridad. Cerrar todo echaría por la borda esa adaptación.
Añade que “el mensaje que mandaría sería muy negativo para la demanda. Puede que algunos negocios hayan adaptado más su manera de vender para depender de domicilios, pero no compensaría los otros choques”.
El sector de bares, discotecas y gastrobares también responde ante la posibilidad de nuevas cuarentenas y señala que el modelo de negocio se ha adaptado a los protocolos de seguridad exigidos por el Gobierno Nacional y que no puede responsabilizarse a esta industria de los contagios.
“Muchos establecimientos están operando con horarios limitados y en días específicos. Sumado a eso, más de 20.000 negocios tuvieron que cerrar definitivamente sus puertas. Hay mucho más riesgo en una reunión familiar, en un transporte público o en una fiesta clandestina”, expuso Camilo Ospina, presidente de Asobares.