Por la masacre de ocho líderes indígenas en Murindó, ocurrida en 1986, y otras violencias a las que la antigua guerrilla de las FARC sometió a pueblos étnicos durante el conflicto, este viernes hubo un acto de reconocimiento del ahora partido político durante el ‘Encuentro por la Verdad’ denominado ‘Pueblos Indígenas en Situación y Riesgo de Exterminio Físico y Cultural: Su Dignidad, Resistencia y Aportes a la Paz’.
En el primer caso, Erika, exintegrante de la otrora organización guerrillera reconoció que fue responsabilidad del Quinto Frente guerrillero y lo calificó como un error fatal. “La historia de Murindó fue horrible, lo peor que nos pudo haber pasado”, dijo y añadió que tal fue el temor que causaron los hombres armados que “nos tocó que los indígenas nos vieran y corrieran de miedo”.
Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko y ahora líder del partido político FARC, por su parte, pidió perdón por las violaciones sexuales de las que fueron víctimas mujeres indígenas y aceptó que estas conductas cometidas durante el conflicto armado están dentro de los peores errores que tuvo el grupo guerrillero.
“Para mí es duro expresar a ustedes cuan equivocados estábamos cuando hacíamos una lectura única de los territorios donde desarrollábamos nuestro accionar político-militar”, confesó y añadió que el desarraigo, los desplazamientos, las muertes y los heridos, fueron hechos que si bien Londoño reconoció, también subrayó que lo más doloroso y abominable fueron los casos de violencia sexual que perpetraron los hombres que integraban las FARC.
“A nombre de la organización les pido que algún día nos puedan perdonar, por los efectos negativos de una lucha que en sus inicios y su final la creíamos justa, comprometida, pero que desafortunadamente la forma como la desarrollamos, a través de la guerra y sus dinámicas, nos llevó a cometer estos execrables errores”, expresó.
¿Qué ocurrió en Murindó?
Aún en la memoria del pueblo indígena están los recuerdos en los que uno a uno, los antiguos guerrilleros fueron llamando a ocho líderes del Cabildo Indígena Murindó y, frente a los integrantes del pueblo Emberá, los asesinaron a sangre fría. Uno de los sobrevivientes de esta masacre ocurrida en 1986 relató que la consigna de las FARC fue hacer una “limpieza”, pues para asumir el control del territorio necesitaban eliminar a los “sapos”.
Los hombres armados irrumpieron en territorio indígena desestabilizando sus organizaciones e irrespetando a las autoridades. La voz corrió a lo largo de la cuenca del río Chageradó con la noticia de que los subversivos irían de comunidad en comunidad, y muchas familias huyeron hacia municipios como Río Sucio, Vigía del Fuerte, Bojayá e incluso hacia Panamá.
“Las FARC están en Jiguamiandó. Usted está en la lista. A todos los compañeros del cabildo los van a matar”. Esa fue la advertencia que el sobreviviente recibió de los suyos.
Erika señaló que la masacre se debió a una irresponsabilidad de los encargados de “impartir” justicia en el territorio, cuando una familia acusaba a otra y los guerrilleros asumían el papel de justicieros. “¿Cómo no va uno a pedirle perdón al pueblo indígena, a las comunidades de Murindó, por lo ocurrido? Eso es un deber moral que tenemos nosotros”, manifestó y agregó que si existen otros asesinatos en los cuales las FARC estén involucradas, hay que particularizarlos y definir las responsabilidades del caso.
Aceptar las culpas y construir futuro
Durante el encuentro por #LaVerdadIndígena, Rodrigo Londoño reiteró que las víctimas son el centro de los acuerdos que firmaron con el Gobierno, y precisamente los pueblos indígenas fueron de los más afectados.
Manifestó que nunca consultaron las aspiraciones ni la opinión de estos pueblos y mucho menos se preocuparon por entender su cosmovisión. Sobre todo, cuando el grupo guerrillero planeaba la expansión de su organización, que no tuvo en cuenta la diversidad étnica que habita la geografía colombiana.
Londoño pidió avanzar en un camino hacia la reconciliación, para reconstruir lo que pasó y así evitar que las nuevas generaciones repitan lo mismo.
Por otro lado, Ubaldo Zúñiga, quien fuera excomandante del Frente 57 de las FARC y conocido como ‘Pablo Atrato’, también reconoció la violencia que causaron al tratar de imponer una ideología y un criterio entre los pueblos indígenas. “Tratando de hacer el bien muchas veces hicimos el mal a las comunidades (…) Aspiramos a que sigan fortaleciendo sus procesoa organizativos, su lucha por defender y mantener sus principios”, agregó.