Desde que se decretó la orden de confinamiento en el País, en el hogar de paso para el habitante de la calle permanecen más de 50 personas que decidieron pasar la cuarentena en el lugar para protegerse del nuevo coronavirus. Además de ocupar el tiempo en actividades como panadería, lectura, entre otras, estos ciudadanos completan tres meses sin consumir estupefacientes, lo que les devuelve una esperanza en medio de la emergencia sanitaria.
Una nueva oportunidad
Mientras muchos ciudadanos en el mundo se preguntan si el Covid – 19 dará una lección de vida frente a aspectos esenciales como la unión familiar, el cuidado del medio ambiente o la solidaridad, al interior del hogar de paso para habitantes de la calle, ubicado en el barrio San Pedro Alejandrino, ya hay una muestra de que el cambio es posible si se actúa con voluntad y perseverancia.
En su interior, hay en este momento 65 personas que viven en condición de calle, pero que en medio de la crisis encontraron un lugar que les ofrece comprensión, expectativas de vida, alimento y el calor de un hogar. Aunque no ha sido fácil, la esperanza no se pierde. “Al inicio de la cuarentena alojamos a 120 hermanitos de la calle, pero después se fueron algunos y llegamos a 70 personas, a las cuales debíamos asegurarles el desayuno, el almuerzo, la comida, además de sus utensilios de aseo.
Tenemos un voluntariado que empezó a tocar puertas para conseguir las donaciones de alimentos y gracias a Dios no nos ha faltado porque recibimos ayuda de empresas como Fedearroz o particulares como Monseñor Flavio Calle Zapata, quien desde su retiro nos envió un millón de pesos para el sostenimiento del hogar, así como el arzobispo Miguel Fernando, que también nos dio un aporte de tres millones de pesos”, comentó el padre Alejandro Arias, director del Hogar de Paso.
No pierden el tiempo
Completados los tres meses de aislamiento social, 65 personas se mantienen en pie de lucha contra el coronavirus y su adicción a las drogas. El lugar dispone de un biblioteca, con la cual estos ciudadanos han tenido oportunidad de leer; también reciben cursos sobre panadería, construyen una huerta para empezar a producir su propio alimento y juegan parqués, rana, entre otras actividades que los ha mantenido unidos y respetuosos de los protocolos de bioseguridad, ya que quien salga del lugar, tiene prohibido el retorno. “Me ha llenado de satisfacción porque la mayoría son consumidores y han mostrado su perseverancia. Además, son muy disciplinados y agradecidos. La providencia de Dios es muy grande y este tiempo nos está permitiendo una transformación y resocialización para estas personas que están luchando y que tienen la voluntad de ser mejores”, concluyó el sacerdote.
Entre los gestos solidarios que han tenido las personas con el Hogar de Paso, se destaca el de una familia que decidió celebrar los cumpleaños de sus hijas gemelas con los habitantes en condición de calle. Para ello, donaron 65 almuerzos, los cuales entregaron con la decoración alusiva a la fiesta por los dos años de vida de Antonella y Luciana. “Queremos compartir contigo la felicidad de compartir otro año más de vida”, decía el mensaje que venía plasmado en el almuerzo que recibieron los invitados.