Tolima jugó para ser subcampeón

IBAGUÉ. En un estadio que no se alcanzó a llenar, pero cuya temperatura era tan alta como si tuviera todas sus graderías colmadas, por las expectativas tan enormes que tenía la afición local, ‘Pijaos’ y ‘Tiburones’ comenzaron la disputa de la Superliga 2019, la cual enfrentó a los dos campeones de 2018.Y ese clima era general, sobre todo en la cancha, debido a que el sol alumbraba con todo su resplandor. A tal punto que los ‘costeños’ se sentían como en casa. Ibagué parecía ‘La Arenosa’. Calentaba prácticamente igual.
Por tal motivo el encuentro no empezó con mucho ímpetu. Era la definición de la llave, pero los jugadores sabían que debían regularse. Un arranque muy explosivo podría significar un agotamiento temprano.
Eso sí, la visita era consciente de su desventaja por la derrota (1-2) en la ida, y eso la obligó a mostrar mucha más ambición que el dueño de casa, el cual optó por conocer primero las intenciones de su rival.
El problema es que en este proceso el Deportes Tolima le prestó mucho la pelota al Junior, y eso le permitía tener mayor claridad en el campo para insinuarse ofensivamente. Por tal motivo el primer susto lo generó el elenco del Atlántico.
A los 10 minutos , Jhon Fredy Hinestroza puso a prueba a Álvaro Montero luego de una parpadeo de la defensa ‘Pijao’. El mediocampista le apuntó a la raíz del palo izquierdo, pero hasta allá llegó el cancerbero.
El Vinotinto y Oro intentaba recuperar la esférica, y cuando lo lograba hacía retroceder de inmediato las adelantadas líneas del club ‘Currambero’, que a los 25 tuvo una oportunidad clara, muy clara de ponerse adelante en la pizarra.
El ágil y peligroso delantero Luis Carlos Díaz pudo quedar cara a cara con Montero, y en el duelo de guajiros salió airoso el defensor del arco local, con una estirada a mano cambiada propicia cuando su contrincante intentó buscar el ángulo superior izquierdo. ¡Voladota!
Luego de eso el cotejo se hizo aburridor, ya que los foráneos empezaron a mostrar cansancio y los de la ‘Tierra Firme’ a pesar de que habían asumido el control de la redonda, carecían de ideas en la mitad del campo. Nunca hubo un líder.
Además, la actuación del juez central Mario Herrera no era la mejor. Se apresuraba mucho para accionar su pito, cortaba el juego constantemente y eso tenía con ‘calentura’ a la afición, que recriminaba insistentemente sus determinaciones.

La definición. Para la parte complementaria, tras salir ambos conjuntos del camerino, las cosas no cambiaron demasiado. Los ‘Tiburones’ rápidamente dejaron ver su ‘aleta’ amenazante, y ante eso los ‘Musicales’ prefirieron ser prudentes y aguantar con sus líneas replegadas. El problema es que lo hicieron hasta el final.
La estrategia le cambió un poco al director técnico Alberto Gamero, debido a una lesión del mediocampista Daniel Cataño. Ante la inesperada salida del antioqueño, Micol Balanta fue el llamado a reemplazarlo.
Pero la sustitución terminó siendo positiva, toda vez que el jugador recién ingresado de inmediato se identificó como una amenaza por el sector izquierdo, bastante inactivo ante la poca presencia de Danovis Banguero en el ataque. Lo malo es que duró poco esa proyección.
Cuando el cronómetro marcaba 70 minutos, el árbitro paró momentáneamente el duelo, con el objetivo de que los futbolistas se hidrataran. Esa leve pausa al parecer le cayó muy mal al dueño de casa, pues luego se vino lo que nadie quería: el gol del Junior.
Faltando un cuarto de hora para la culminación del compromiso, los dirigidos por el internacional Luis Fernando Suárez se ‘afilaron los dientes’. El DT puso toda la carne en el asador con tres cambios y se fue en busca del tanto para igualar el marcador global.
Y la respuesta de Alberto Gamero fue ‘echar candado’. Con Yeison Gordillo, el ex Santa Fe, quiso tratar de meterle llave al 2-1 obtenido en Barranquilla. Sin embargo, sobre la hora, con cuatro minutos de reposición a su favor, el rival igualó.
Una falta que nunca se debió permitir cerca al área mayor, terminó con un centro de Sebastián Hernández el cual fue capitalizado por Gabriel Fuentes, quien le puso a picar la pelota contra el piso a Luis Carlos Ruiz, y él sin marca alguna se mandó una especie de chilena que fusiló a Montero y decretó los penales.

En limpio. En otras ocasiones, la definición desde los 12 pasos generaba esperanza en la hinchada Vinotinto y Oro. Pero esta vez fue distinto. Se tenía un título en casa a un par de minutos, y se fue de las manos en el último suspiro.
Fue un golpe anímico muy fuerte en los ‘Pijaos’. Se les notaba. No estaban cómodos. Había rabia, decepción. Y todo eso se reflejó en los cobros, y ni siquiera el antipenal Montero estuvo a la altura. No hubo actitud, ni disposición.
Sebastián Hernández fue el primero en patear y acertó. Luego Sergio Mosquera tomó la pelota, y el meta Sebastián Viera le atajó. Víctor Cantillo no se complicó y mandó la redonda a la mitad. Después Carlos Robles era el encargado de subir el ánimo, pero pasó lo contrario cuando el uruguayo le contuvo con las piernas.
Luis Carlos Díaz, quien hizo el empate milagroso, dejó sin posibilidades al guajiro al poner la esférica ajustada al palo. Solamente faltaba que el debutante Yeison Gordillo no marcara, y así fue. Viera voló, su red no se infló y el Junior celebró un ‘Carnaval’ en Ibagué, donde la afición se quedó con las ganas de por fin dar una vuelta olímpica, luego de tres títulos obtenidos por fuera de casa. En otra ocasión será.

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