Lo mató el trago ‘chimbo’

 

IBAGUÉ. Aunque su vida terminó aparentemente debido a una intoxicación por un licor adulterado, su familia determinó darle la esperanza de vivir a varias personas que necesitan un órgano vital.

La historia de Juan Pablo Castillo Ramírez, un reconocido mecánico, inició hace 33 años en la capital tolimense. Siempre ‘vivió entre carros’ debido a que el oficio de su padre era la mecánica; además, uno de sus hermanos también tiene la misma profesión.

Castillo vivió cerca de 11 años en el barrio El Topacio y era padre de dos hijos, pero la vida le jugó una mala pasada y el sábado salió de su casa sobre las 7:00 de la mañana a trabajar y en la tarde estuvo departiendo con algunos amigos con quienes se tomó un par de tragos, pero al llegar a su vivienda Juan Pablo se sintió mal, y fue remitido al Hospital Federico Lleras Acosta, sede La Francia, donde quedó inicialmente registrado como un paciente intoxicado, al parecer por licor adulterado.

La salud del hombre se deterioró y los médicos le reportaron a los parientes que él había tenido una problema en arterias de la parte de atrás de su cabeza, lo que le habría originado una muerte cerebral.

La familia esperaba un milagro divino pero infortunadamente Juan Pablo falleció.

Debido a que Castillo Ramírez había hablado sobre una posible donación de sus órganos, sus parientes decidieron salvar otras vidas, entre ellas la de un familiar de su esposa que actualmente necesita un riñón, pero desafortunadamente el órgano no fue compatible.

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