Venezolana cuenta cómo es ejercer la prostitución en Ibagué

IBAGUÉ. Hace un año, Liceth* decidió salir de su país pues los bolívares que ganaba vendiendo batidos (jugos) no le alcanzaban para sobrevivir. Una libra de mora en Venezuela, según ella, cuesta millones de pesos colombianos y todos los días los precios suben.
Con el dolor en el alma, ‘la chama’ salió de la ciudad de Marina a principios del 2017, dejando a sus dos hijos, un bebé de cinco meses y uno de tres años con su exmarido.
La extranjera de 22 años de edad con apariencia física similar a la mujer costeña colombiana, se radicó en Cúcuta donde consiguió empleo administrando una casa de citas, pero “me pagaban lo que les daba la gana, me estaban era explotando. Ganaba muy poquito, marica, y yo necesitaba mandarle a los niños (SIC)”, aseguró.

Por ganar plata. La muchacha se dio cuenta que las chicas que allí se prostituían ganaban más plata que ella. Entonces, decidió seguir su ejemplo.
“La cosa no fue tan complicada, uno tiene que tener una mirada coqueta, atrevida y mostrar el cuerpo. Usar blusas cortas, no usar brasier, mostrar las nalgas. Mejor dicho, venderse, provocar al hombre”, contó la muchacha mientras se fumaba uno de los 15 cigarrillos que consume al día.
Después viajó a los Llanos Orientales donde cogió experiencia en la profesión más antigua del mundo, pero hace cinco meses, por cosas de la vida, llegó a Ibagué y dijo estar muy amañada aquí. “Es una ciudad muy tranquila. Ni comparación con el ajetreo de Yopal y Villavicencio. Además, el trabajo no falta”.

Su vida en ‘La Musical’. La ‘venezolana de vida alegre’, vive en una residencia del Centro de ‘la Musical’, donde paga 14 mil pesos por el día, más cinco mil pesos por cada cliente que entra.
Según ella, sus clientes le pagan 30 mil pesos por 25 minutos de sus servicios sexuales, más los cinco mil pesos que cuesta la pieza.

Los clientes. “La mayoría son amables. Son hombres mayores, solos, con carencia de afecto, ganas de compañía y por supuesto, de echarse un huevito (risas)”, añadió la joven.
El hombre llega, acuerdan sus fantasías sexuales y una vez el negocio se ha cerrado, ella se lo lleva para la pieza, le pasa el condón, cierra la puerta y empieza la faena.
Mientras tanto, la persona encargada de la recepción de la residencia contabiliza 25 minutos. Ni uno más ni uno menos. Cuando se completan, toca la puerta anunciando que el tiempo de placer ha terminado. Si el hombre quiere más, debe pagar cinco mil pesos por cada 15 minutos adicionales.

Sus gustos. Aunque Liceth es fuente de placer para unos ocho o 10 hombres al día, hay un detalle que no todos saben.
“Yo no disfrutó ni siento placer cuando me acuesto con un hombre porque no me gustan los hombres. Me gustan las mujeres”, confesó la mujer sin pena ni temores.
La venezolana, confirmó lo que se rumora en el sector. Su pareja es otra ‘veneca’ llamada Jenny*. Ella tiene 24 años de edad y es madre de una niña que vive en el vecino país. La pareja de Liceth está recién llegada a Ibagué. El amor la ‘jaló’ y piso suelo tolimense el mes pasado. Según dijo, sí tiene permiso para estar en Colombia, le salió un día antes de emprender el viaje.

Sufrió por amor. “En realidad, antes, me gustaban los hombres y las mujeres, pero hace un año me decidí por las mujeres.
“Tal vez fue por el daño que me hizo el padre de mis hijos. Sin embargo, en los próximos días él y mis hijos llegarán a Ibagué y vamos a vivir en una casa que arrendé”, añadió Liceth.
Jenny se “puso arisca” con la llegada del ‘ex’ de Liceth, dijo la venezolana, no obstante, añadió que ella le pidió que no dude de su amor y que no tenga celos del padre de sus hijos.

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