Las tiendas de barrio son afectadas por la fuerte competencia de las tiendas de descuento

IBAGUÉ. Hace 10 meses Blanca Cielo Martínez tuvo una disminución considerable en la venta de los productos de su tienda, ubicada en la avenida principal del barrio Ricaurte, pero no se trató de falta de surtido, ni hubo incremento en el costo de la mercancía ni mala atención, pues algo que la caracteriza es su cordialidad y entusiasmo para hacer sentir a los clientes como reyes en su establecimiento.
El tema derivó de la apertura de un almacén Justo & Bueno, una franquicia de supermercados de bajo costo que llegó a la Ciudad de forma masiva hace más de un año. En el sector, una sede de esta firma fue adecuada a escasos 50 metros de la tienda de Blanca Cielo.
“Ha tenido un impacto negativo porque la gente dejó de llevar algunos productos de aseo porque allá los encuentran más económicos, pero de líneas o marcas desconocidas”, expresó.
De acuerdo con la femenina, la venta diaria se redujo en un 25 por ciento luego de la llegada del supermercado en mención, y se estima que el panorama es similar para las cerca de dos mil 121 tiendas de barrio que están registradas en la Cámara de Comercio de Ibagué, pues la capital tolimense está inundada de locales de Justo & Bueno, D1 y Ara, compañías con el mismo o similar formato comercial.

El panorama. Un informe de la firma Nielsen, que mide y estudia mercados a nivel mundial, reveló que en el primer semestre cerca de 11 mil tiendas tradicionales en Colombia cerraron sus puertas por el impacto de los supermercados de bajo costo, sin embargo, la cifra representa apenas el cinco por ciento de las 218 mil tiendas identificadas en el territorio nacional.
Es decir, pese a la adversidad, las tiendas de barrio tienden a resistir y mantenerse en el mercado por su oferta única y particular.
“Siempre hay clientela porque allá (supermercado de bajo costo) no van a conseguir un pan, un huevo, una arepa, media de arroz, o elementos de plaza como tomate o cebolla. Aquí lo que más vendo son las cosas por unidad o en pequeñas raciones como el aceite de mil pesos o los paqueticos de galletas”, enfatizó Blanca Cielo, mientras que un menor de edad pedía que le vendiera 200 pesos de cilantro.
Betty Polanía, propietaria de una tienda en el barrio Nacional, coincide con la postura de su colega en la disminución de las ventas, sobre todo en los productos de aseo como jabón de tocador, de lavar ropa y de loza; papel higiénico, crema dental, entre otros objetos de la canasta familiar.
“No sé por qué razón venden tan barato. La gente me dice que ‘tal’ producto está allá a mil y yo lo vendo a dos mil. Pueden ser artículos de menor calidad, pero la gente no se fija en eso y busca la economía del bolsillo”, explicó la mujer, que desde hace año y medio se ha visto perjudicada con un Justo & Bueno ubicado en la avenida Ferrocarril, justo frente de su tienda.
Betty estima que además de los productos por unidad, otro de los ‘ganchos’ de su negocio es que ofrece facilidades de pago a sus clientes fieles, pues les fía hasta el final de la quincena.
“A los clientes conocidos les fío. Sin embargo, hay gente que va con plata al Justo & Bueno, pero cuando se les acaba lo buscan a uno para que les fíe, entonces ahí tengo flujo en la caja”.

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