IBAGUÉ. En la vía que conduce a El Espinal existe un lugar en el que los alimentos se multiplican por el gran corazón y la excelente voluntad de los pobladores del corregimiento de Buenos Aires, quienes acuden al parqueadero de la zona con productos no perecederos, cobijas, ropa, zapatos, entre otras ayudas para los ciudadanos venezolanos que pasan por Ibagué antes de partir al suroccidente, donde salen del País con rumbo a Perú y a Ecuador generalmente.
Punto de encuentro. Hace varios meses el parqueadero cobró relevancia y se convirtió en un punto de encuentro para los ‘chamos’, pues los empleados del establecimiento se convirtieron en una ‘legión de ángeles’ porque los acogen, ayudan y ‘gestionan’ su transporte para que continúen la travesía.
“‘Embarcamos’ a los venezolanos para Ipiales y Pasto, que les queda a 15 minutos de donde van”, explicó Diego Coronado, quien trabaja en el sector de Buenos Aires.
El grupo de colombianos organiza colectas entre conductores para reunir dinero y víveres, que son repartidos entre los emigrantes que llegan casi a diario. Así mismo, tienen dispuestas ollas y utensilios para que cocinen en el fogón de leña de Javier Henao, otro trabajador de la zona, cuyo inmenso corazón lo motivó a prestar su vivienda a los visitantes del vecino País.
“No tenemos queja de los venezolanos que han venido aquí. Ellos no se meten con nadie ni se ponen a pedirle comida a los viajeros que se detienen en el restaurante del frente. Por eso los carros que pasan para Cali no tienen reparo en llevarlos”, explicó Henao, mientras los venezolanos servían un arroz con frijol que acababan de preparar en su residencia.
Labor social. Dicha comida desapareció en menos de nada, pues los cerca de 30 venezolanos presentes se reunieron cerca a las ollas con vasijas o platos improvisados para alcanzar el alimento y tener ánimo de continuar en el largo viaje.
“Han venido niños enfermos o adultos mayores por los que hemos recolectado plata para pagarles una habitación porque no los podemos dejar en la calle”, puntualizó Coronado.
Por su parte, Henao reveló que habla personalmente con los conductores que pasan por allí para que movilice a los emigrantes.
“Ahorita ‘embarque’ 10 personas (sin niños) en una mula con varilla que iba para Cali. Ellos se van agradecidos, a veces se llevan el número y llaman cuando llegan al lugar que van. Es muy gratificante que nos tengan en cuenta” dijo con orgullo.
No todos se comunican pero él confía que Dios los llevó bien a su destino, así como espera que pronto retorne la normalidad al vecino País porque el Todopoderoso no se puede olvidar para siempre de los ‘chamos’.