IBAGUÉ. Cuatro meses antes de la avalancha que acabó con Armero, Blanca Ligia Gómez Sierra, salió de la Ciudad Blanca rumbo a Villavicencio.
Aunque apenas entraba en su adolescencia, recuerda que vivía en el hotel San Lorenzo, en el centro del pueblo con su padre, pues su madrastra era la dueña del negocio.
“Por inconvenientes de convivencia, mi padre, Pedro Antonio Gómez, me llevó para donde unos familiares en el Llano. A veces me comunicaba con él, pero después de la tragedia nunca más volví a saber de su paradero”, le contó a Q’HUBO la mujer.
Como la mano de Dios. Hace cuatro meses, por cosas de la vida (por un tratamiento médico para una enfermedad de sus oídos) Blanca Ligia llegó a Ibagué y en una de las tantas citas médicas, encontró a una señora quien le dio una pista de su papá.
“Estaba esperando a que me llamaran cuando me puse a hablar con otra paciente. Tocamos el tema de Armero y ella me dijo que había vivido allá”, dijo.
“Yo le conté mi historia y ella aseguró que conocía a mi padre y que hace unos 10 años se lo encontró en Espinal”, agregó.
“Yo le hice varias preguntas y sus respuestas coincidieron con la identidad de mi padre. Me dijo que estaba vendiendo ropa en un carro”, puntualizó.
Eso sucedió hace 15 días, por lo que la semana pasada ella se ‘pegó’ la ida a Espinal y aunque no encontró rastros del hombre, la esperanza continúa aún viva.
