IBAGUÉ. Ni el perfume más fino de mis prestigiosos riegos corporales, lograron apaciguar el olor nauseabundo que se origina en la manzana Cuatro del barrio Santofimio, todo a causa de una alcantarilla que rebosó hace dos años y que el Ibal no ha destapado.
Historia. Con la mano en mi nariz, recorrí algunas casas que se ubican alrededor de un hoyo negro del que brotan cantidad de enfermedades desde hace dos años, tiempo en que el alcantarillado colapsó por su antigüedad y a la fecha no es reparado por la entidad encargada. Según mi amiga Mayra Reyes, “cuando llueve la cuadra se inunda y por los sifones de las casas, sale excremento. Los enseres están dañados y el silencio es sepulcral para este barrio que se estanca con las aguas negras, por la mala gestión administrativa”, aseguró la mujer, que se cansó de las visitas técnicas de los funcionarios del Ibal. Dijo que llegan como un pequeño rocío de ambientador, con ilusiones y promesas, pero de soluciones nada de nada.
Reacciones. No podría con una sola palabra, describirles el olor de aquel lugar, donde habitan cerca de 20 familias. Lo que sí puedo asegurarles es que la comunidad tiene claro a quién ‘echarle el agua sucia’, pues es increíble que en todo este tiempo el Ibal no le haya dado solución a este grave problema de contaminación en el que se ven afectados niños. Así que unido a los deseos de estas personas, me comuniqué con la empresa de acueducto y la respuesta, como otras que han dado, fue que enviarán un inspector para verificar el daño.
