IBAGUÉ. El médico de la Editorial Aguasclaras me recomendó salir a caminar con mayor frecuencia a las calles para compartir con las hermosas lectoras que con su cariño me motivan a ser el mejor periodista de Q’HUBO. En esta oportunidad quise dejar a un lado ese ruido ‘maluco’ de los carros en las horas ‘pico’ y el ‘humero’ con el que contaminan la capa de ozono, así que me pegué una ‘escapadita’ para tener un encuentro con la naturaleza y el lugar fue la quebrada Hato de la Virgen, la cual pasa por las comunas Cuatro, Cinco, Ocho y Nueve de la Ciudad.
El camino. Con ganas de respirar aire puro comencé una caminata por los lados de Hacienda Piedra Pintada, sector de origen de la quebrada, allí me moví un par de metros por el sendero ecológico pero no aguanté y paré, pero no porque tuviera un mal estado físico, pues ustedes saben que soy muy atlético, lo que ocurrió fue que un horrible olor impidió mi caminata.
Miré a mi alrededor y quedé aterrado con la cantidad de desechos que algunas personas de forma irresponsable han arrojado a la quebrada, que en la actualidad tiene un ‘hilito’ de agua que desciende contaminado, pues según información suministrada por Cortolima, a mediados de 2016, en los cinco kilómetros y medio del afluente, caían unos 51 vertimientos de aguas residuales domésticas. En la cuenta había escombros, prendas de vestir y toda clase de basura.
Pero del asombró pasé a la incertidumbre porque en un escalera solitaria, que comunica con el barrio Varsovia, había un par de jóvenes que al parecer estaban fumando alucinógenos y que con su actitud me intimidaron, y ahí terminaron mis ganas de caminata y plan ambiental.
Amigos cuando vean a una persona contaminando fuentes hídricas o zonas verdes les recomiendo que le hagan un llamado de atención para evitar situaciones como las que viví, además debemos acudir a las autoridades para que controlen el consumo de alucinógenos en la vía pública. Hoy me despido aquí desde el Hato de La Virgen, mañana nos veremos desde otro lugar de mi bella Ciudad.
