IBAGUÉ. A la ‘Calle Bonita’ de Ibagué la invadió la melancolía ayer, por los candados que custodiaban las puertas del Almacén J.M, pues el gestor de este negocio que por más de 50 años ha sido sede de valores, entrega, compromiso y sentido de pertenencia en la Ciudad, apagó su mirada, y su corazón ‘vinotinto y oro’ para siempre en la noche del miércoles.
Historia. Las banderas que ondearon el orgullo regional en el almacén ubicado sobre la carrera Tercera entre calles 13 y 14 quedaron a media asta luego de conocerse el fallecimiento de su propietario José Martín Rojas, un hombre que Ibagué adoptó en el año 1948 convirtiéndolo en un exitoso comerciante gracias a su compromiso por el desarrollo de esta tierra que lo vio crecer junto a su industria textil y que con su partida a la eternidad, movió las fibras de los ibaguereños.
“Si yo cierro este local, en la casa me destruye la nostalgia; eran las palabras que nos decía don Martín a sus amigos comerciantes. Es una pérdida lamentable porque era un hombre cívico que nos entregó un ejemplo de progreso y amor por lo nuestro; hace un año mi hijo falleció y la primera corona que llegó fue la de Martín, esos gestos provienen sólo de grandes seres humanos”, indicó Hernán Lozano Cabezas, amigo de Rojas por 40 años. Como el de Hernán fueron innumerables los mensajes de condolencia que se han pronunciado a partir de la muerte del hombre, fiel seguidor del Deportes Tolima.
Su legado. A Martín Rojas se lo llevó un cáncer que durante más de cinco meses aquejó su salud, pero su huella no fue sólo a partir del negocio que fundó junto a su amigo Julio Parra y fortaleció la economía de la región, lo que marcó la historia de este ciudadano nacido en el Valle fue su apoyo al deporte aficionado y al Deportes Tolima, convirtiendo su negocio en un punto de encuentro de fieles hinchas, quienes acudían a enterarse de las noticias del equipo ‘Pijao’ gracias a los recortes que exhibía a la entrada de Almacenes JM, también fue promotor de diferentes campañas para embellecer la Ciudad.
Las exequias. “Se fue mi jefe, se fue mi querido amigo” fueron los sonidos que retumbaban en la iglesia María Auxiliadora de Cádiz mientras ingresaba el féretro de José Martín Rojas, en medio de banderas entre ellas la que anuncia la llegada a la meta en las carreras de ciclismo que era otra de sus pasiones.
Y es que don Martín llegó a la meta de su existencia en una ceremonia que entre lágrimas recordó el hombre ilustre que siempre será recordado.