IBAGUÉ. Rodeada de cientos de peces, Dora Nelly Canacue limpia, y saja los peces que llevan sus clientes, dejándolos listos para echarlos a la olla.
Dotada de un ‘descamador’ antioxidante, pinzas y mucha agua, la mujer y 10 de sus colegas hacen el oficio en los lavaderos exclusivos de la Plaza de La 28, principal surtidora de pescado en Ibagué.
Bocachicos, nicuros, mojarras, doncellas, guabinas, bagres, y todo lo que le encomienden, pasan por las manos de esta mujer, inclusive los cuchos, que tienen ‘caparazón’ grueso y áspero, quedan como nuevos.
“Por consejo de una amiga llegué a trabajar a este lugar desde hace cuatro años, y desde entonces estoy arreglando el pescado para mantener a mis hijos”, explicó Dora Nelly.
Debido a la informalidad del trabajo, Canacue no tiene un sueldo fijo, y sólo depende de la cantidad encargada por su clientela. Desde 500 pesos que cuesta la sajada de tres peces, hasta 10 mil pesos, una arroba (25 libras), son las tarifas de este oficio.
“Las temporadas buenas son Semana Santa y diciembre, el otro tiempo es muerto para nosotros, por lo que debemos rebuscarnos por otro lado”, añadió.
Situación que no se hace ajena cuando se ofrece a asear casas y apartamentos; y para no olvidar su profesión sale de comisión con los mayoristas a aliñar los peces al borde río o donde le digan.