Una metodología creada por un grupo de meseros en Barcelona ha generado un gran revuelo en las redes sociales.
Los empleados de un restaurante cercano a Barcelona han captado la atención en las redes sociales en los últimos días. Llamada ‘Teoría de la Servilleta’ esta metodología pretende evaluar la química entre parejas observando su comportamiento con las servilletas durante una comida.
La teoría se ha vuelto viral, en gran parte gracias a la promoción hecha por los propios camareros en distintas plataformas sociales. Una joven compartió en sus redes: “te ayuda a identificar si una pareja es perfecta o no. Prueba esta divertida teoría con tu pareja mientras disfrutas de nuestras deliciosas tapas”.
Según esta curiosa observación, al analizar cómo cada miembro de la pareja maneja su servilleta, se pueden extraer conclusiones reveladoras sobre la dinámica de la relación.
La ‘Teoría de la Servilleta’ se basa en un método sorprendentemente simple. Según los camareros del restaurante, una pareja es considerada compatible cuando uno de ellos usa muchas servilletas y las deja arrugadas por la mesa, mientras que el otro se apega a una sola servilleta, cuidándola durante toda la cena.
Los meseros explican que este comportamiento demuestra que cada persona puede mantener sus propias costumbres, incluso si son muy diferentes de las del otro, y aun así respetarse y quererse tal como son.
Esta inusual teoría rápidamente captó la atención y curiosidad de los usuarios en las redes sociales, generando una avalancha de comentarios, memes y videos. La mayoría de las reacciones oscilan entre la curiosidad y la diversión, con personas compartiendo sus propias experiencias y resultados al probar la teoría en sus citas.Sin embargo, no todos aceptaron la teoría con seriedad. Algunos críticos destacaron la falta de rigor científico en el método y lo consideraron simplemente una estrategia publicitaria para atraer clientes al restaurante.
FOTO: La teoría se ha vuelto viral por la promoción hecha en distintas plataformas digitales.
Suministrada/El Nuevo Día
