Las heridas de nuestro niño interior

«La sanación es darle amor a ese lugar del corazón donde nos duele» (autor desconocido).

Las heridas de infancia como el miedo, abandono, soledad, rechazo, angustia, sobreexigencia o vergüenza, entre otras; puede hacer de nosotros personas con conductas egoístas, controladoras, perfeccionistas, con un excesivo nivel de responsabilidad por los demás, quedarnos en una posición de víctima, ser evasivo – indiferente, que no le importa lo ocurre consigo mismo  y con los demás. 

Identificar nuestras heridas nos permite comprender que tenemos un niño interior herido con necesidad de atención, sanidad, restauración, amor, vinculación y cuidado. Estás heridas de infancia afectan nuestra vinculación con otros, especialmente con las personas que amamos y nos aman, permaneciendo desconectados. 

Sanar el niño interior herido requiere de consciencia y comprensión para ser atendido, cuidado y restaurado. A su vez, requiere de valentía para responsabilizarnos de nuestro dolor y de nuestras conductas dañinas hacia nosotros mismos y hacia otros que afloran  por causa de ello.   

En esa responsabilidad reconocemos a nuestro niño interior herido, que ahora es un adulto vulnerable. Cuando nos hacemos responsables buscamos ayuda de un profesional pertinente para generar consciencia de la necesidad de sanar, identificando los puntos claves para sanar, elaborar nuestro dolor, perdonar y volver a conectar con nosotros mismo, nuestros seres amados y entorno.

Marisol Laguna Proaños 

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