La película está hablada en su mayoría en wayúu.
JULIÁN TORRES
qhuboibague@gmail.com
Mañana se transmitirá por Señal Colombia la galardonada cinta colombiana Pájaros de Verano, dirigida por la exitosa dupla conformada por Cristina Gallego y Ciro Guerra. A propósito de su emisión en televisión abierta, recordamos esta grandiosa producción que narra de manera poética el origen de la gran maldición colombiana: las drogas.
¿De qué trata?
En la Alta Guajira, Zaira, una joven wayúu ha superado su año de encierro. Úrsula, su madre, una líder de la comunidad de carácter recio, recibe de parte de Rapayet Abuchaibe, un joven perteneciente a una familia caída en desgracia, la pedida de mano de su hija. Aunque Úrsula no confía en el pretendiente, este consigue la dote que se le exige, gracias a su habilidad como comerciante. Pero en ese momento, a través de su amigo Moisés, Rapayet descubre el negocio ilícito de la marihuana, muy apetecida por los estadounidenses hippies que llegan a la zona. Ese será el inicio de una serie de hechos equívocos que desembocarán en una venganza sangrienta entre familias y destruirán a toda una comunidad.
Una desgracia tras otra
Por siglos, las tribus Wayúu han custodiado la Guajira, en medio de ricas tradiciones culturales, pero también de la miseria absoluta por el abandono estatal. Por eso, en los 60, cuando algunos barranquilleros radicados en Miami escogieron la península para introducir el naciente negocio de la siembra y exportación de marihuana, tan apetecida por los estadounidenses, muchas familias guajiras vieron en el ilícito una oportunidad para salir de la pobreza. A esa época se le conoció como la ‘bonanza marimbera’. En ese contexto se sitúa la historia de Zaira y Rapayet, dos jóvenes que se unirán en un matrimonio con un destino trágico, predestinado por los espíritus ofendidos ante la blasfemia del narcotráfico, que llega a trastocar los valores de los lugareños.
Gángsters y western a lo guajiro
Además de retratar la cultura wayúu con belleza y precisión, pero sin caer en el exotismo; Cristina Gallego y Ciro Guerra nos introducen en una historia de gángsters (al estilo de El Padrino), con tintes de western y hasta de tragedia shakesperiana. La dupla había hecho algo similar en su anterior película, El Abrazo de la Serpiente: mostrar cómo la ambición del hombre blanco al hacer contacto con una comunidad ancestral, provoca su destrucción.
En Pájaros de Verano, cinta que representó a Colombia en los premios Óscar 2018, los realizadores se valen nuevamente de lo simbólico y lo espiritual para explicar la senda trágica en la que se ubican los protagonistas: los espíritus (las aves) son los mensajeros que les comunican a los antihéroes que sus ofensas deberán pagarse con sangre. Lo onírico, el realismo mágico y la belleza hipnótica del paisaje contrastan con el panorama violento que desata la génesis de un negocio maldito que hasta nuestros días sigue flagelando a la sociedad colombiana.
Ficha técnica
Título original:
Pájaros de Verano
Dirección y producción:
Cristina Gallego y Ciro Guerra
Guión:
Cristina Gallego, María Camila Arias, Jacques Toulemonde Vidal
Elenco:
Carmiña Martinez, Natalia Reyes, José Acosta, John Narváez, José Vicente Cotes, Juan Bautista Martinez, Greider Meza.
Fotografía:
David Gallego
Música:
Leonardo Heiblum
Año:
2018
Duración:
125 minutos.
Datos de la película
Pájaros de Verano fue aclamada por la crítica mundial y comparada con cintas como El Padrino, Cara cortada y series como Los Soprano.
La producción recaudó más de 2 millones de dólares en taquilla.
En la historia, los pájaros tienen un valor simbólico, que los wayúu le atribuyen como mensajeros que equivalen a sus palabreros, ancianos sabios que resuelven conflictos. La agresión a un palabrero es la que desata toda la tragedia en la cinta.
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