Fotos: Google / Proimágenes Colombia, Fotogramas.
JULIÁN TORRES
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violencia y cine colombiano son dos términos que suelen asociarse de manera regular. Aunque no necesariamente toda cinta nacional está ligada a contenido violento, sí es un tema recurrente en la producción hecha en nuestro país. No es algo gratuito. Nuestro contexto histórico obliga a que se aborden tópicos como el de los niños en medio del conflicto armado que nos ha aquejado por más de 60 años, tema central de la cinta ‘Los Colores de la Montaña’.
¿De qué trata?
Manuel, Julián y Pocaluz son tres niños campesinos que habitan un paradisíaco paisaje en medio de las montañas de una vereda llamada La Pradera. Los chicos suelen jugar fútbol todos los días después de clase, hasta que un día se ven envueltos en una situación de riesgo máximo. Su balón cae en medio de un campo minado, situación que queda al descubierto cuando un desafortunado cerdito pasa por el sitio y el artefacto explota.
Movidos más por la curiosidad y el anhelo de retomar sus partidos, que por el instinto de conservación, los pequeños buscan la manera de alcanzar la esférica sin tocar el suelo del peligroso lugar. Mientras tanto, en la vereda empiezan a aparecer señales de que los violentos se están apoderando de la zona, reclutando menores para sus filas y acabando con las posibilidades de que tengan un futuro.
Belleza e inocencia que duelen
Si hay algo que pueda describir la estética de la película Los Colores de la Montaña es su gran belleza. Un paisaje idílico, como muchos de los que han servido de escenario de fondo para las historias más crueles y desgarradoras que han vivido en carne propia cientos de miles colombianos que se han visto envueltos en medio del fuego cruzado entre los actores del conflicto. En medio de esa exuberancia, transcurren las vidas de unos personajes que no podrían ser más enternecedores.
Es ese el punto de conexión entre el espectador y los ‘héroes’ del relato que el director Carlos César Arbeláez sabe explotar muy bien. Los niños son carismáticos, desparpajados e inocentes y no se dan cuenta o no les importa mucho entender que el único mundo que hasta ahora han conocido se cae a pedazos por culpa de una terrorífica amenaza externa, que espera agazapada detrás de las montañas para salir a atacarlos, como en cualquier cuento añejo, de esos que se usan para asustar a los pequeños.
Los Colores de la Montaña no es una cinta fácil de ver. Su desarrollo es desesperanzador, duele y es crudamente realista porque así les ha tocado la vida a muchos niños y adolescentes del campo colombiano, realidades que a veces son indiferentes ante nosotros, porque terminan reducidas a estadísticas.
La película está disponible en las plataformas Youtube y Prime Video.
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