En la erótica sado no hay “sádicos” hay “sadianos”

Norma Bejarano. 

Psicóloga-Sexóloga

“Si en principio el deseo erótico puede asociarse con cualquier circunstancia o contenido, es importante cortar con el tópico manido de la asimilación de éste con todo lo impúdico e impresentable” (Incisex). Existen prácticas  de alto voltaje, siendo dentro del BDSM la erótica “sadomasoquista” la más nombrada y la que más adeptos y detractores tiene. Sado-masoquismo, es un término acogido por múltiples intelectuales de época y estudiosos de las obras del Marqués de Sade (y de Sacher Masoch), los cuales han elaborado tesis rimbombantes, difíciles de digerir, pero absolutamente maravillosas para comprender aspectos del “sadismo” (y el “masoquismo”).

¡Un sádico no cabe en la cama!

El sádico dentro de los ámbitos clínicos y penales es alguien que trae asociado algún trastorno de personalidad (sádica) generalmente antisocial. Algunos patrones o rasgos de estos sujetos resultan complejos, no permitiendo una adaptación a las reglas del medio, y por ende hacen sufrir, causan profundo daño, son crueles, poseen conductas altamente vejatorias y de manera reiterada. 

Si el sádico tiene que respetar reglas se le acaba la fiesta. El sádico no practica BDSM, no considera nunca un vínculo erótico pues para este no hay un otro, hay un objeto, que posee, rechaza y luego destruye.

¡En el sadomasoquismo no hay sádicos, hay sadianos!

El sádico es un ser con el que nadie desearía toparse si gusta de la práctica sadomasoquista. Pero con un sadiano (término discutido por Gilles Deleuze), sí. El sadiano tiene su ‘ars amandi’ (arte amatorio) bien puesto, hace acuerdos. 

El sádico los rompe, es más, ni los hace. El sadiano pasa de lo que su imaginación le ofrece, a la realidad de sus deseos una vez hace un consenso con quien o quienes desea aventurarse. Vincula la fantasía a su puesta en escena cosa que le resulta altamente encantadora. El sadiano representa, actúa, imita el sadismo, pero no violenta. Se personifica en un ser que le da rienda suelta al sufrimiento, al castigo, con mayor voluptuosidad. En el sadomasoquismo, el placer y la excitación son intensos pero no dañan, no cometen delitos. El sadiano se opone a la actitud de verdugo, rechaza el engaño. Toda relación y encuentro sexual sea del tamaño que sea, es un pacto deseado, consentido, y con límites, si esto se incumple no hay encuentro erótico.

Es decir, en el solaz “sadismo” hay erotismo, un vínculo con otro; que permite desplegar el imaginario erótico, transgredir lo establecido, sin anularlo. Se ejecuta un juego de roles, pero una vez se acaba el acto todo vuelve a su realidad sin haber dañado a nadie. Un sadiano representa a un “sádico” pero no es un sádico.

¿Por qué lo sado causa repulsión?

La obra de Sade, es sádica (no lo podemos negar) pero es fantasía y representación, Sade fue un escritor de ficción. Hay escenas y escenarios con personajes que figuran todo lo que la sociedad reprime y limita por considerarlo amoral y delictivo. Según esto, a Sade se le condenó por su imaginario, por los referentes y no por el sentido. El mismo Sade se defendía diciendo que reconocía haber sido un libertino, que su mente cachonda lo había hecho escribir así: “Tengo fraudulentas y truculentas fantasías sexuales, pero yo no soy un criminal ni un malvado”, no concebía la crueldad surgida de la brutalidad ni de la estupidez irreflexiva. El libertino es un erotista refinado.

Lo sado causa repulsión en ciertas mentes por la incomodidad, la sensación de exceso, y sobre todo por la incomprensión.

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