RONAL RENGIFO ÁLVAREZ
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Su familia, y la del deporte tolimense aún no lo ha conseguido comprender y asimilar. El fallecimiento del esgrimista Arthur Andrey Pinilla Polanco el pasado fin de semana tomó por sorpresa a todos.
El destacado atleta de la ‘Tierra Firme’, ganador de medallas en las tres últimas ediciones de los Juegos Nacionales, y también en certámenes internacionales con la Selección Colombia, partió inesperadamente a los 28 años, al parecer por una muerte súbita.
La tristeza que embarga a sus seres queridos, y a quienes tuvieron el placer de conocerlo y compartir diferentes momentos con él, es inmensa.
Precisamente, una de las personas que consiguió vivir diversas experiencias contando con su compañía, es la entrenadora Carol Cruz.
“Para nosotros fueron muy especiales los 13 años que estuvo en la Liga de Esgrima del Tolima. Él llegó sin haber practicado nunca algún deporte. Comenzó de ceros con la profesora Juliana Penagos y conmigo, para posteriormente convertirse en un atleta de alto rendimiento”, sostuvo la formadora.
Y agregó que “actualmente se encontraba en los Estados Unidos, preparándose con miras a un Grand Prix de Espada aquí en Colombia, y también de cara a los Juegos Nacionales, un certamen donde brilló cada vez que compitió”.
Cruz también contó que “era ingeniero agroindustrial de la Universidad del Tolima, donde cursó sus estudios por Ley del Deporte (becado)”.
Carol manifestó que “se nos fue un chico de enormes resultados deportivos, quien aún tenía mucho por ganar, ya que estaba comprometido con ser el mejor. Por eso es que viajó a Norteamérica”.
Del impacto que ha generado esta lamentable noticia en la Liga, la ‘profe’ refirió que “no ha sido nada fácil, especialmente por su edad, y porque nadie se esperaba algo así”.
A Pinilla, como persona, su maestra lo definió como “todo un caballero”.
“Siempre dije que su personalidad la transmitía en la competencia, ya que se mostraba ser muy callado, pero salía de un momento a otro con un apunte gracioso. Y así era en la pista, pues uno lo notaba calmado, pasivo, pero sorprendía de la nada con un ataque contundente”.
Carol Cruz resaltó que “jamás se le vio confrontar a un compañero, y tampoco a un adversario. Por eso se hacía querer muy fácilmente. Por ejemplo, cuando estuvo entrenando en Francia, los entrenadores lo admiraban, y sus colegas, debido a sus buenas costumbres y educación.
Más allá de sus medallas y podios, lo que más me llena de orgullo es que se formó como un excelente ser humano, y siempre transmitió eso al resto de compañeros, especialmente a los más chicos, que venían detrás de él. A tan corta edad, dejó muchas enseñanzas lindas”.
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