Norma Bejarano.
Psicóloga-Sexóloga.
Samanta toma las llaves del auto, se despide de su esposo, baja las escaleras, y mientras toma café recuerda que olvidó algo de su trabajo en la habitación. Vuelve, y cuando atraviesa la puerta intempestivamente pilla a su esposo masturbándose. No dice nada, pero su cara de extrañeza lo expresa todo. Al descender la escalera y con gesto de interrogación se pregunta: ¿será que no le basto? ¿ya no me desea? La historia se repite en otros escenarios: cuando Luis abre la puerta del baño y encuentra a Piedad con su amigable vibrador dentro de la tina. Da igual si quien se masturba es él o ella estando en pareja. La intención no es herir egos. Por el hecho de convivir con alguien no hemos de renunciar a nuestra individualidad ni a nuestra propia sexualidad.
¡La masturbación no es un sustituto de nada ni nadie!
Que si es un sustituto del sexo, o de la misma pareja; que si estando juntos eso ya no hace falta; que es solo para solteros, en fin.
Nos cuenta Valérie Tasso en su ‘Antimanual del sexo’ que “dos son los grandes errores malintencionados que circundan al hecho masturbatorio: el habernos engañado con que es un acto exclusivamente solitario, y el creernos que es una práctica sustitoria de otras eróticas (…)”. Ambas creencias erróneas se apoyan en el hecho de que el “discurso normativo del sexo sanciona las prácticas no productivas”. Cuando aquel filósofo hablaba de “el cuidado de sí”, nos decía que debemos entender la vida como una rebeldía para sentirnos cómodos y tranquilos, dejando de vivir en las puras convenciones sociales. La masturbación no es sucedánea del sexo en pareja ni es un hecho aislante. Además, del cuidado de sí, también depende el cuidado del otro. Bajo los efectos y patrocinio de una buena temperatura del ambiente entre más nos masturbemos, mejor se potencia nuestro imaginario y el deseo se robustece, pareja incluida.
“Bajo los efectos y patrocinio de una buena temperatura del ambiente entre más nos masturbemos, mejor se potencia nuestro imaginario y el deseo se robustece, pareja incluida”
¡Se puede procurar esa erótica sin despreciar la compañía!
En consulta vemos como el autoservicio aún no es bien visto o aceptado cuando se tiene pareja. La idea de que el partner se masturbe cuando está a solas es mínima. Aún cuesta bastante a las parejas hablar el tema con honestidad y buen gusto para evitar que estas deban ocultarse en el último rincón para autoplacerearse.
La realidad asiente que aún teniendo una satisfactoria vida sexual de pareja lo habitual es masturbarse en solitario de vez en cuando. Tenemos momentos en los que uno solo desea ocuparse de su propio placer, centrarse en sí mismo y no en las necesidades sexuales del otro.
Además, resulta una opción válida cuando la pareja está físicamente impedida, por ejemplo uno de sus miembros se está recuperando de una enfermedad o una cirugía, de la etapa del posparto o algo les impide la interacción sexual. “Echarse mano” también puede resolver los desajustes de frecuencia. Suele ocurrir que las dos personas no tienen los mismos deseos sexuales, uno quiere más sexo que el otro, o no le apetece, lo que puede generar conflictos tanto por defecto, como por exceso; aquí, la masturbación es un buen remedio a esta situación.
“Tenemos momentos en los que uno solo desea ocuparse de su propio placer, centrarse en sí mismo y no en las necesidades sexuales del otro”
Aceptar que la autoestimulación puede ser parte del catálogo sexual de la pareja, diligencia algunas de estas diferencias. Entonces, dialogar y pactar procura que esa erótica amplíe el menú de la asociación afectiva. Al parecer sería una buena muestra de confianza, complicidad, afectos y placidez que se le otorgaría a quien los acompañará gran parte de la vida.
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