Norma Bejarano.Psicóloga-Sexóloga
Desde el inicio de nuestros días las personas han depositado sus esperanzas en algún resquicio; un soplo de abundancia, que las haga sentir plenas, felices y por ende satisfechas, aplicando o consumiendo “remedios” para tal logro.
Dentro de los ambientes y comentarios de la fauna erótica, cuando una persona no logra esos niveles de abundancia, estados de confort y satisfacciones a nivel sexual se le dice, que está “mal tirada”, o “mal comida”, con lo que el sistema nuevamente la pone en cintura para decirle cómo debe satisfacerse relajando el cuerpito y la mente, con sus ventas, técnicas y coloridas diversiones.
Esta promesa de satisfacción y felicidad sin límite es la vía equivocada para sentirnos henchidos sexualmente. El autor John Kenneth, dice que en “la cultura de la satisfacción” los sujetos no contemplan su propio bienestar a largo plazo y no son sensibles a él, por el contrario, reaccionan vigorosamente, a la fingida satisfacción que brindan las comodidades inmediatas.
¡El imperativo de gozo!
Parece que la meta del sexo es la felicidad, la cual se entiende como la obtención del máximo placer que demanda la satisfacción de todos los deseos o necesidades; una suerte de avaricia en el terreno sexual que lleva a las personas a querer más polvos, orgasmos, erecciones, eyaculaciones, amantes, artilugios, recetas, etc., para cumplir con las requeridas horas de vuelo amatorio (las famosas metas). El consumo es necesario para que el sistema pueda funcionar y de ahí su imperativo de gozo, o de gozar, y sus cuantitativos y antieróticos asuntos. Gozar es una suerte de visión y misión empresarial para posicionarse dentro del gremio.
Lo que no les enseñan a las personas (y de esto se encarga la educación sexual), es que la satisfacción adiestrada de los deseos no produce ni producirá bienestar. El sueño de estar satisfechos sexualmente mediante asuntos contables e impositivos, concluye tan pronto las personas se dan cuenta de que sus deseos son manipulados por los diversos medios. Para esto hay que comprender que la satisfacción, el placer y el bienestar sexual no se resuelve ni se realiza dentro de un medio mecanizado y condicionado por términos cuantitativos sino cualitativos. Las personas al poner todo su empeño en el consumo, la técnica y la tecniquita terminan perdiendo el contacto consigo mismas, sus reales intereses y capacidades. El imperativo de gozo hace que los sujetos se entretengan en cuestiones materiales y olviden, o ni siquiera se pregunten por los valores del sexo.
Estar satisfechos sexualmente es sentirse cómoda/o con SU sexualidad!
A pesar de esa tendencia imperante por consumir, rendir, ser exitoso, o llevar acciones (polvos) al alza, existen personas con espíritu detractor que consultan para poder construir SU satisfacción y cultivarla, y esto va en soltar la idea de producción y consumo sexual (esa canción de cuna que los mantiene adormecidos), por una actitud más adulta y sensata sobre su sexualidad. Dijo aquel pensador que no censuraba la maquinaria como tal sino el delirio y la falta de criterio frente a esa maquinaria. La idea es responsabilizarse para que el proceso de su sexualidad se de sin demasiados desajustes ni conflictos. Estar satisfechos y satisfechas sexualmente es sentirse cómodos en lo que se es, así no haya orgasmos ni penetraciones de por medio. Una mujer u hombre que desea sentirse satisfecha/o con su sexualidad desarrolla condiciones eficaces para poderse relacionar significativamente con otros seres humanos, labrando habilidades en su erótica (capacidad de vincularse). Y portando los conocimientos necesarios, para obrar con autonomía, criterio propio y sentido transformador (su saber) para lograr satisfacerse y satisfacer.
Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga. Instagram @normasexologia020