REDACCIÓN Q’HUBO
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Leonardo Fabián Berbeo Vera, denuncia que el 8 de agosto de este año compró una moto Pulsar 200 NS F1 nueva en un concesionario de Ibagué.
Según su testimonio, a los cuatro días de haber recibido el vehículo empezó a presentar fallas.
“El 12 de agosto llevé la moto al taller de la empresa porque alumbró el testigo de presión de aceite. Me di cuenta que el codo del radiador estaba roto. La moto recorrió 200 kilómetros regando el aceite y se recalentó, por eso el testigo no dejó de alumbrar”, expresó el ciudadano, que quedó endeudado y andando a pie.
Y agregó que la primera vez que le revisaron la moto en el taller le cambiaron el radiador, pero siguió fallando. La llevó otras cuatro veces y le cambiaron el reten del cigueñal y el empaque de la tapa del clutch.
“El mecánico insistía en que era una pérdida de presión, pero el testigo siguió alumbrando. A principio de septiembre, Leonardo solicitó la devolución del dinero o el cambio del vehículo, pero la empresa le habría dicho que no era procedente.
Así que tomó la decisión de no sacar la moto del taller del concesionario, pues no le parece justo ni normal que una motocicleta nueva tenga esos problemas.
El joven indicó que a consecuencia del problema con la moto perdió el empleo. Ya instauró la queja ante la Superintendencia de Industria y Comercio, no obstante, el proceso puede durar hasta dos años.
Quedó con una deuda
Para comprar la moto, el joven puso cinco millones de pesos que tenía ahorrados e hizo un préstamo en una entidad bancaria por seis millones de pesos. Así las cosas, mientras le dan una solución, debe pagar cuotas mensuales de 350 mil pesos y la moto está en el taller de la empresa.
LA CIFRA
11 millones de pesos pagó el cliente por el vehículo.