Después de tantos años, y como los dos dioses griegos, Apolo y Dionisio, nos mantenemos en un melodramático enfrentamiento sobre lo limpio y lo sucio; lo bonito y lo feo, el bien y el mal. Seguimos acumulando expresiones cuando hablamos de sexo, como “cochina”, “calle esa boca, gas”, “uy! que asco”, “¡eso no es normal!”. Muchas personas son afectadas por la pobre educación sexual que las mantiene en las tinieblas de la edad media, tildando aún al sexo como algo problemático. El sexo es la condición humana más sometida al control moral.
La suciedad moral
Desde el altísimo en adelante han catalogado el sexo como amoral, perverso,,, sucio. Así, cuando las personas se enfrentan a una situación que no encaja con sus valores morales, pueden experimentar una sensación de suciedad, y producirse en ellas disonancia cognitiva, esto es, actuar de una manera, pensando de otra.
En caso tener relaciones sexuales, estas irán cargadas de incomodidad, producto de los pensamientos intrusivos de estar haciendo algo inmundo. Explorar nuestra anatomía y buscar el placer, es tarea titánica, y aunque la ciencia divulga que la sexualidad es liberación y fuente importante de autoconocimiento, sigue soportando el tabú. Diversos son los orígenes y fundamentos para pensar que el sexo es sucio: el desconocimiento de la sexualidad, cuestiones culturales, la formación taxativa, los prejuicios, etcétera, llevan a conceptos y actitudes negativas frente al mismo.
¡Aversión al sexo y erotofobia!
La aversión al sexo y las fobias sexuales también se pueden relacionar con la imagen del sexo sucio. Las personas que presentan repugnancia al sexo lo hacen de manera recurrente a cualquier tipo de contacto sexual. Asimismo, quienes presentan alguna fobia (erotofobia) huyen por miedo a enfrentarse a una situación, es el caso de quienes padecen de gimnofobia, miedo a la desnudez, al percibirla como negativa, o conductora del pecado. O, filematofobia, pánico al besar o ser besado ya que hay fastidio a las bacterias o al mal aliento. De espermatofobia pena quién rechaza el semen (verlo o tocarlo). O por parafobia se evita el sexo dado el temor a ser ‘pervertidos’. El comportamiento aversivo, y fóbico es causado por múltiples y complejos aspectos que requieren de la mirada profesional.
«El sexo solo es sucio cuando se hace bien’, bajo derechos y autonomía, y no cuando se ordena con metodologías, procedimientos, y finalidades, y menos con violencia, enfermedades, problemas o patologías.”
«Lo lógico sería que las personas se eduquen en materia sexual, se orienten a trabajar mitos, emociones, creencias, etcétera”.
¿Es sucio el sexo?
Las palabras del cineasta Woody Allen, «¿El sexo es sucio? solo si se hace bien» y el refrán, “el que quiera peces que se moje el culo”, lo confirman. Esto es, si desea una buena faena hay que hacer inmersión, implicarse, untarse, embarrarse y eso exige abandonar la mojigatería y sobre todo el desconocimiento. Lo lógico sería que las personas se eduquen en materia sexual, se orienten a trabajar mitos, emociones, creencias, etcétera. Y a consultar en caso de presentar alguna reacción adversa frente a la sexualidad. ‘El sexo solo es sucio cuando se hace bien’, bajo derechos y autonomía, y no cuando se ordena con metodologías, procedimientos, y finalidades, y menos con violencia, enfermedades, problemas o patologías.
“Vamos a tener sexo cochino”
Las actividades fuera del coito, o de las prácticas convencionales, y que surgen gracias al nutrido imaginario erótico y al deseo, dan paso a la expresión “vamos a tener sexo cochino”, como una manera de transgresión, como estímulo hacia lo desconocido; es el término calentorro para decir que vamos a la cama a jugar y desplegar todo un arsenal de conductas de alto voltaje erótico, desde verbales hasta no verbales. El “sexo cochino”, o “fangoso” se complace entre fluidos (saliva, sudor, semen, lubricación), olores, fetiches y otras prácticas kinky. Situaciones que el deseo reclama y no dañan a nadie.