Edwin Gutiérrez – qhuboibague@gmail.com
Esta semana se conmemoran 27 años de la muerte de José Robert Chacón Rengifo, Fabián Oswaldo López, Jorge Saúl Pineda Paredes y los hermanos Fernando y Danilo Triana Muñoz, cinco jóvenes ibaguereños que partieron un domingo de 1995 rumbo al Parque de los Nevados, pero perdieron la vida en el camino a manos de presuntos guerrilleros de las Farc, quienes al parecer los confundieron con militares. Casi tres décadas después, esta masacre, que en su momento causó conmoción en la ciudad, sigue sin respuestas.
Una masacre sin respuesta
En 1995, al caer la tarde del domingo 5 de febrero, cinco jóvenes ibaguereños que se habían ido de excursión al parque de los Nevados fueron asesinados en zona rural de Anzoátegui, norte del Tolima, a manos de presuntos guerrilleros del frente 21 de las Farc que los confundieron con militares debido a su peluqueado.
En el hecho murieron José Robert Chacón Rengifo, de 23 años; los hermanos Fernando y Danilo Triana Muñoz de 20 y 24 años, respectivamente; Fabián Oswaldo López, de 26, y Jorge Saúl Pineda Paredes, de 29.
Los muchachos salieron de Ibagué el domingo a la madrugada a bordo de tres motocicletas con la intención de disfrutar del Parque de los Nevados y del cerro Juan Beima, más conocido como la ‘Teta de Juan Beima’. Inicialmente fueron vistos en la zona urbana de Anzoátegui, donde pararon a tomar tinto antes de partir hacia Palomar, sitio donde dejaron las motos mientras ascendieron a pie al parque.
De regreso, sobre las 3:30. p.m., fueron interceptados por hombres armados que habían observado su paso en la mañana y pensaron que eran integrantes del B-2, dependencia de inteligencia del Ejército. Lo anterior, al parecer, fue motivado por el corte de cabello estilo militar que llevaban los cinco muchachos, situación que hizo creer a los subversivos que estas personas se encontraban allí haciendo un reconocimiento de la zona.
Los cuerpos fueron hallados en la madrugada del lunes 6 de febrero por pobladores de la región, registraban varios impactos de bala y señales de tortura ejercida, al parecer, para presionarlos y lograr que confesaran sus vínculos con el Ejército nacional, los cuales nunca existieron pues se trataba de jóvenes estudiantes y trabajadores de Ibagué. Junto a los cadáveres se encontraron las motocicletas incineradas.
El miércoles 8 de febrero a las 2 de la tarde tuvo lugar el sepelio colectivo de estos cinco jóvenes en el cementerio San Bonifacio. A la ceremonia, además de las familias, también asistieron cientos de ibaguereños como una forma de protesta y demostración de solidaridad y repudio por estos hechos.
El sacerdote y periodista Javier Arango (Q.e.p.d.), dijo durante el sermón, que los violentos se habían llevado a cinco jóvenes en la primavera de su existencia; mientras que el defensor del pueblo de la época, Santiago Ramírez Calderón, manifestó: “Esta es una clara y flagrante vulneración al Derecho Internacional Humanitario, específicamente al protocolo II. Estos eran civiles, no combatientes, a quienes debía respetárseles la vida”.