Norma Bejarano – @normasexologia020
¿Cuándo fue la última vez en la que usted se ha reído a carcajadas o con risa tonta? ¿Tal vez viendo “sábados felices”, alguna película de comedia, por el resbalón de la suegra, o algún tema que le trastocó el orden moral, el sexo, por ejemplo?
No es que el sexo tenga la intención de hacernos reír, pero nuestra concepción de él puede que sí, tanto que ha logrado sacarle a muchos el lado ‘mascarado’. El filósofo francés Henri Bergson decía en su ensayo de 1899 llamado “la risa”, que tal expresión es una anestesia momentánea, una corrección para quienes son vulnerables o inseguros con equis asunto, o para quienes hablar en este caso, de sexo, les parece moralmente incorrecto u ofensivo. Y es que tras un momento de tensión irrumpe en nosotros un sentimiento que precede la carcajada; es como ir conduciendo por una carretera en línea recta, aparentemente fiable y que nos sorprenda una curva.
¡La risa es poner el freno de mano a lo inconveniente!
La “risa pendeja”, la sonrisa, la risotada, se desprenden como freno o ceño para decirle al otro que no siga, que cambie de contenido, o para salirnos figurativamente del desazón que se provoca. Pocas veces las personas están preparadas para estas conversaciones sexys y abruptas que les rompe el parámetro, les altera la zona de confort, o el entorno que creían seguro.
Diversas teorías explican el por qué de la risa (en la conversación de sexo)
Según Eduardo Jáuregui, la risa tiene que ver con los “desastres escénicos” o de la escena habitual. Así varias teorías responden al porqué nos reímos ante un charla con cierto voltaje (erótico):
– Por agresión: la risa puede delatar y ocultar, es un mecanismo de defensa al detectar a través de esas conversaciones fracasos o derrotas personales o ajenas.
– Por superioridad: la risa surge para sentirnos más, y así ridiculizar o bloquear al otro que está dando lata, confrontando o perturbando nuestra comodidad.
– Por incongruencia: la risa se produce cuando nuestro “sistema humorístico” detecta un evento inesperado o sorpresivo entre dos elementos.
– Por alter ego: la risa emana cómo el yo auxiliar; el “un amigo me contó”, para no mostrarnos muy “degenerados”.
– Por catarsis: la risa equivale a una descarga emocional que permite que el cuerpo libere una tensión superflua o reprimida.
– Por juego: la risa es un brazo del juego, pues permite apartarnos de ciertas consecuencias o análisis morales para disfrutar de la vida. Así la risa vence un obstáculo exterior y uno interior.
La risa ayuda a superar el shock por aquello que resulta indeseable
Poca gente de a pie habla de sexualidad por miedo al estigma. Cuando hablamos de sexo tememos salir mal evaluados. Por lo tanto, nos reímos de manera adolescencial, floja e imprudente, o un poco más adultos, diplomáticos o irónicos, canalizado ese bochornoso tema que se ha hablado en público y que demuestra que no hemos salido de la crisis o del analfabetismo sexual. La risa cuando se habla de sexo nos saca de ese shock que se produce por vergüenza, miedo, indignación, desconocimiento o temor a equivocarnos. Ahora, si hablar de sexo le genera un loco alborozo, que sea desde su nivel de libertad, apertura mental, tolerancia, compresión, e inteligencia pura. Practicar sexo y hablar bien de él es divertido. Total, la risa en estos tiempos es necesaria, y echarse unas carcajadas es orgásmico. Como dijo aquel filósofo mencionado arriba: «La única curación contra la vanidad (y le añado, contra la vergüenza sexual) es la risa».
TOME NOTA
“Pocas veces las personas están preparadas para estas conversaciones sexys y abruptas que les rompe el parámetro, les altera la zona de confort, o el entorno que creían seguro”.
RECUERDE
“Poca gente de a pie habla de sexualidad por miedo al estigma. Cuando hablamos de sexo tememos salir mal evaluados”.