Ahí estaba ella, perpleja ante la respuesta de la terapeuta, cuando la consultó por la disminución de su deseo sexual tras el parto. Al momento de contarle su motivo de consulta, la señora, de postura erguida y gafas caídas, le bota un metro de perlitas que parecían muy chistositas y que a ella le causaron más malestar del que llevaba: ¡Pero, ¡ayyyy! Por qué no me desea al muchacho, que no es ni feo! Hasta ahí llego el ánimo poco después de empezar.
¡La realidad del deseo tras el parto!
Mi consultante, vuelve a creer en los terapeutas y me escribe en búsqueda de una solución, expresándome que luego de su parto, a ella se le ha convertido en un ‘quilombo’ (lío), el deseo, no le dan ganas de nada con su pareja; aunque lo ame, lo admire, le guste (pues ya le reiteraron que él no es feo), y le agradezca la paciencia, el deseo erótico no asoma, y me pregunta: ¿eso es normal?
Si piensan que tras la llegada del bebé, el deseo y el sexo llegarán en una ola y la relación de pareja estará tal cual la dejaron antes de confirmar el embarazo, se equivocan. Un gran porcentaje de mujeres manifiestan dificultades para retomar su vida sexual en los primeros tres a doce meses y algunas mucho más. La pérdida del interés se apoya en múltiples causas: miedos diversos; temor al dolor durante el coito; falta de lubricación: por ejemplo, si la mujer es lactante tendrá algunos inconvenientes de sequedad vaginal; menor intimidad y tiempo; agotamiento; preocupación por el bebé; egodistonía con la imagen que afecta el autoconcepto; conflictos emocionales como ansiedad, en otros casos, depresión; temas un tanto más morales; presiones sociales, y el factor hormonal que tiene su peso: luego del parto la prolactina aumenta para favorecer la lactancia y los estrógenos descienden y con ellos el deseo, entre muchas más.
¡Una dificultad con solución!
Más allá de las recomendaciones que deben ser personalizadas (hay casos más gordos), nos permitimos en la asesoría algunas generalidades y la utilización de herramientas y técnicas para intentar manejar el asunto. Aunque si este persiste nos vamos a la exploración de una de las dificultades sexuales más comunes y que se instalan a largo plazo al no resolverse a tiempo como, el deseo erótico hipoactivo, ya no se trata sólo de no tener ganas, es que ni siquiera se quiere pensar en ello, se ha entrado en un aterrador letargo, lo que debilita el imaginario erótico y demás temas alrededor.
Pretender que luego del parto todo siga igual es un error, y además un horror presionar, impacientarse, juzgar, culpar, o recriminar. La sexualidad ha cambiado, el deseo se ha recanalizado, pero no se ha perdido, tendrá otra dinámica que hay que evaluar y que la pareja como buena asociación afectiva deberá reaprender, pues generalmente hay deseo: desea verlo, desea abrazarlo, desea hablarle e ir al cine, lo que no desea es tener interacciones sexuales y eso es lo que se cuida y se aborda juiciosamente.
Algunas ideas para procurar acercase al deseo:
Comunicación honesta sobre la relación; buscar momentos de intimidad para los dos, que no es tener relaciones sexuales, sino otro tipo de acercamiento que abra la confianza, recoja más estímulos y se regodee en nuevas sensaciones o zonas erógenas; retomar el autoerotismo y la autoestimulación con lecturas eróticas, podcast, información a gusto; usar lubricante es esencial así como los ejercicios del suelo pélvico; y lo más importante, acudir al especialista.