Enamorados de Ibagué

Cientos de ciudadanos extranjeros pasan todos los años por Ibagué, debido a diversas razones. Vienen de visita, para continuar un viaje o solo para conocer. Sin embargo, algunos deciden quedarse a vivir acá para emprender nuevos proyectos, lejos de sus familias y país de origen.
Q’HUBO habló con cinco extranjeros que llegaron a Ibagué en distintas épocas y escogieron a ‘La Musical’ como su hogar, trayendo consigo su idioma, cultura y vivencias. En unos casos se quedaron por cuestiones de trabajo, en otros porque el destino los llevó a conocer el amor y construyeron una familia.
Aún con sus diversas historias y experiencias por el mundo, inclusive por ciudades capitales que cualquiera desearía conocer, todos coinciden en decir que Ibagué los enamoró.

Ni Nueva York, ni Bogotá: Ibagué

Friedrich Bollenbach, ingeniero de automatización alemán. Foto: Hélmer Parra

El ingeniero de automatización Friedrich Bollenbach nació en Kaiserslautern, una ciudad perteneciente al estado federado de Renania-Palatinado, en Alemania. Estudió en universidades de Europa y vivió durante 28 años en Nueva York. Allí trabajó como copiloto de aviones comerciales. Luego empezó a realizar mantenimientos y analizar procesos de maquinaria, trabajo que lo llevó a vivir a Bogotá. Pero por cosas del destino, Friedrich llegó a ‘La Musical’ en 1991, en medio de una época dorada para la industrialización regional.
En aquel tiempo trabajaba para Santex Group, una compañía suiza fabricante de maquinaria textil. La empresa lo enviaba a prestar asistencia técnica a las organizaciones que adquirían sus equipos alrededor del mundo. Fue así como ese año aterrizó en Ibagué para trabajar unos meses en la Fábrica de Textiles del Tolima (Fatextol) y en Fibratolima.
Los que inicialmente serían unos meses de labores en la ‘Capital del Bunde’, se convirtió en una nueva vida porque aquí conoció y se enamoró de su esposa, Martha Oviedo, una armerita. Ambos comparten episodios similares en sus vidas, que los marcaron. La señora Martha es sobreviviente de la avalancha de Armero, ocurrida en 1985; mientras Friedrich nació en medio de la Segunda Guerra Mundial, conflicto que dejó en ruinas a su país y en el que perdió familiares y amigos.
Pero su historia juntos continuó y luego de unos meses se casaron. Ella decidió acompañarlo en sus viajes de trabajo por el mundo durante algunos años más, hasta su jubilación, cuando compraron una casa para quedarse definitivamente en la capital musical, donde viven en la actualidad.
Bollenbach considera que este país es el más rico del mundo y los colombianos son demasiado inteligentes. Al llegar aquí aprendió inglés y se enamoró de los paisajes, los dos océanos, las montañas, el clima, la gastronomía y sobre todo, de la tranquilidad y el aire que se respira en Ibagué.
Según él, esta es una ciudad ideal para vivir luego de haber recorrido y habitado grandes urbes donde predomina el caos y la contaminación. Se siente tranquilo porque no hay que recorrer grandes distancias para llegar a cualquier destino y no hay mucho trafico vehicular.
Afirma, que lo que más le agrada de la ciudad son las condiciones y variedad de climas que puede experimentar al desplazarse a diversos puntos del territorio; la facilidad para conseguir gran diversidad de frutas tropicales y verduras que requiere para su dieta en las plazas de mercado, la abundancia de agua potable y las montañas que rodean la ciudad.

Amante del verde ibaguereño

Ixent Galpin, científico de la computación británico. 

Ixent Galpin es un ciudadano británico, científico de la computación, que llegó a la Ciudad Musical en el 2000 en calidad de profesor del Centro de Idiomas de la Universidad de Ibagué. Al principio tenía planeado quedarse unos pocos meses en nuestra ciudad, pero se enamoró de una ibaguereña, motivo suficiente para quedarse a vivir en medio de la calidez de estas tierras. Comenta que a su llegada al país, hace 21 años, las cosas eran muy diferentes en cuanto a seguridad y orden público. Opina que la situación mejoró de manera significativa luego del acuerdo de paz con las Farc en septiembre de 2016.
Asegura que le gusta Ibagué porque la gente es simpática y amigable con él, lo que hace que se sienta muy amañado acá. También manifiesta que lo que más le gusta de esta región es el cañón del Combeima, debido a su riqueza paisajística y biodiversidad.
“Vivimos en medio de una reserva natural muy hermosa con paisajes muy impresionantes, esto realmente le llama a uno mucho la atención, sobre todo cuando uno viene de Europa, donde no hay montañas así con ese tipo de paisajes.
“Lastimosamente a uno le da como tristeza ver que la gente no esté cuidando ese sector que es tan valioso. A veces botan basura o talan árboles y a veces hay algunas personas que no se dan cuenta del valor de lo que tienen acá”.
A Galpin le llama bastante la atención salir a caminar por los alrededores de la ciudad. También hace montañismo con algunos amigos ibaguereños y sube de vez en cuando al nevado del Tolima. Es todo un aventurero.

Una ‘México-tolimense’

Martha Marcela Morado, artista y diseñadora mexicana. Foto: Hélmer Parra

La profesora Martha Marcela Morado es artista, diseñadora y doctora en Artes visuales en el área de Poéticas Visuales de la Universidad Federal de Río Grande del Sur en Brasil. También es maestra en Artes Visuales de la Academia de San Carlos adscrita a la Universidad Nacional Autónoma de México y en la actualidad se desempeña como directora del programa de Diseño de la Universidad de Ibagué.
Nació en México. Llegó a la Capital del Tolima hace 10 años, seis de los cuales vivió en la ciudad antes de partir a Brasil, donde cursó el doctorado. Al terminar sus estudios regresó a la capital tolimense y se radicó aquí de manera definitiva.
La profesora Morado asegura que su llegada a Ibagué fue por una casualidad. A su arribo al país primero vivió en Bogotá, ciudad que le parecía fría, gris y lluviosa. Sin embargo, su esposo, que también es profesor, se presentó a un concurso docente en la Universidad del Tolima y pasó.
“Llegué a Ibagué y comencé a conocer personas. Me encantaba Ibagué en ese momento porque era una ciudad pequeña, en centros comerciales solo estaba Multicentro, no había tantas construcciones y se podía atravesar la ciudad en 5 minutos, pues la cantidad de autos y motos era inferior a la actual.
“En general, mi experiencia en la ciudad ha sido buena por la calidad de vida y lo que más me gusta de Ibagué es el clima, que no es tan caliente ni tan frío. Me agradan mucho las personas con las que he convivido y tengo muy buenas amigas, platico con ellas y en ocasiones salimos, ya que son muy cordiales y amables”.
Hace dos años terminó sus estudios en Brasil y al regresar notó que muchas cosas habían cambiado. Observó más centros comerciales, más cines y opina que la calidad en el servicio al cliente ha mejorado mucho en comparación a cuando llegó por primera vez a la ciudad.
Dice que cuando le preguntan de dónde es, ella responde con seguridad: “soy méxico tolimense” pues se considera una hija adoptiva de esta tierra y asegura que le encanta todo el Departamento, el tamal y la lechona, pero recalca que si debe escoger entre ambos platos, se queda con la lechona a ojo cerrado.

Una leyenda que Ibagué enamoró

Victor Hugo del Río, exjugador del Deportes Tolima. Foto: El Rincón del Vinotinto.

Miles de ibaguereños conocen y recuerdan a Víctor Hugo del Río, uno de los jugadores históricos del Deportes Tolima que al terminar su carrera decidió quedarse a vivir en la ciudad junto con su familia.
El ‘Poeta del mediocampo’, como era conocido del Río, nació en la provincia de El Chaco, Argentina. Debutó como profesional en 1973 con el Racing de Avellaneda y en 1977, teniendo 24 años de edad, llegó a Colombia a jugar en el Once Caldas.
Tres años después de estar entrenando en Manizales, don Gabriel Camargo se dio cuenta de sus cualidades y lo fichó para jugar en el Deportes Tolima, por lo que el 3 de enero de 1980 se vino a vivir a Ibagué junto con su esposa, con la que estaban recién casados.
En esta ciudad tuvo tres hijos, quienes a su vez le han dado cuatro nietos. Recuerda que ya había venido en otras ocasiones a jugar a la capital musical con el Once Caldas, pero dichas visitas se limitaron al hotel Ambalá y al estadio Manuel Murillo Toro, el cual sería su casa por varios años.
Manifiesta que vivir en Ibagué es una de las mejores cosas que le han pasado en la vida pues acá vio nacer y crecer a sus hijos y ahora vive la misma experiencia, pero con sus cuatro nietos, entre los que hay un talentoso futbolista que ya se prepara para incursionar en el profesionalismo.
Lo que más le agrada de Ibagué, es el cariño y respeto que la gente le expresa cuando sale a la calle o se asoma al balcón de su casa. Recuerda una anécdota particular. Algunos meses después de llegar a la ciudad, su esposa tomó un taxi y el conductor la reconoció de inmediato y la llevó a la casa sin preguntarle la dirección, pues decía que en Ibagué el que no conociera la casa de Víctor Hugo del Río, no conocía el Estadio.
‘El Poeta’ ahora se dedica al entrenamiento de futuras promesas del fútbol local. Tiene un excelente ojo para descubrir el talento de otros futbolistas, prueba de ello son los más de 80 jugadores que ha recomendado con éxito a diferentes clubes. También ha escrito 12 libros sobre fútbol que ya están listos para ser publicados, entre los que está uno que habla sobre 62 formas de llegar al gol. Sin duda, una leyenda de nuestro fútbol.

Un maestro pizzaiolo​ en Ibagué

Franco Scotto,  maestro pizzaiolo italiano.

En octubre de 2018, el italiano Franco Scotto y su esposa colombiana, Patricia Martínez, decidieron venirse a vivir a Ibagué luego de recorrer varias ciudades del país desde 2007, año en el que este ciudadano europeo llegó a Colombia.
Recién llegaron a esta capital, la pareja de esposos le apostó a su propio emprendimiento y al cabo de unos meses abrió un restaurante italiano en la Calle 68 # 4 bis 04 del barrio Niza norte, cerca a Los Arrayanes, al cual denominaron Di Franco Pizzería.
Al cabo de un año de permanencia en la ciudad, Franco y su esposa, ante el reconocimiento que habían logrado obtener gracias a los exquisitos platos que elaboraban, tomaron la decisión de concursar en el Pizza Master 2019, un evento a nivel nacional que premiaba la mejor pizza de cada ciudad.
En aquella ocasión, Ibagué participó con 10 reconocidas pizzerías, tuvo ventas de 16.372 porciones del producto y la pizza más votada por los comensales ibaguereños fue L’Appetitosa de Di Franco Pizzería.
El italiano Franco Scotto es un enamorado de Ibagué. Según él, la experiencia que ha tenido viviendo en la ciudad ha sido bastante buena, al punto de afirmar que durante su estadía en estas tierras se ha sentido como en Italia.
Lo que más le gusta de Ibagué es el clima, la calidez de la gente, el río Combeima, la cotidianidad del centro y el potencial que tiene la capital tolimense para los negocios gastronómicos.
“Nosotros llegamos acá por casualidad, no teníamos ni idea de Ibagué. No conocíamos, ni yo que soy colombiana ni Franco que es extranjero. Llegamos y nos quedamos.
“Nos encantó la ciudad, la gente y el clima y acá estamos”, manifestó Patricia Martínez.

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