Rindo, luego existo, un repelente erótico. Una buena junta de sexo no va en ‘enredarse’ en un frenesí de conductas del rendimiento, penetrativas u orgásmicas. Es decir, en el mete – saca, el revolcón, la estrellada, el choque, la embestida, la agitación, o el arrebato, sino en la combinación de esos ardores; de llama alta y de fuego bajo.
Dice un fragmento del libro, «el amante japonés» de Isabel Allende: «Con Ichimei descubrió las múltiples sutilezas del ardor y del placer, desde la pasión desenfrenada y urgente, hasta los momentos sagrados en que la emoción los elevaba y se quedaban inmóviles, tendidos frente a la cama, mirándose a los ojos largamente, agradecidos de su suerte, humildes por haber tocado lo más hondo de sus almas». Ese momento de emoción que alude la escritora, y eleva a los amantes, puede ser traducido como la inclusión de una erótica distinta, y a la vez placentera, que también permite el regocijo y otras experiencias de unión.
¡Empobrece pensar que el sexo es un coito!
Salirnos de la tendencia de vivir la sexualidad como genitalidad es un gran reto, porque implica reconocer el sexo con mente más extendida; placerear y erotizar otras áreas y atender otras maneras de contacto que se han considerado meros anticipos para un coito, cuando en realidad son juegos eróticos, eróticas o prácticas en sí mismas que procuran gran deleite y satisfacción.
Pensar el sexo reducidamente a un contacto genital es desaprovechar las ilimitadas posibilidades que los sentidos, el imaginario, las fantasías, y los deseos permiten. La apertura erótica implica ser obscenos, o sea, salirnos de escena, así no sea tan espectacularmente sino con la intención de descubrir sensaciones y otros placeres igualmente genuinos.
¡Prácticas que son ‘sexo’!
La escritora Valérie Tasso, expresa en una de sus tantas y geniales citas: “yo tengo la suerte de poder hacer prácticas que a lo mejor para otros no es sexo. Por ejemplo, estar abrazados leyendo un libro erótico me procura un placer que equiparo a una buena sesión de sexo”.
La frase enuncia per se, lo que es un buen encuentro erótico. Poder ejecutar otras prácticas, implica desviarse, entiéndase, alternar la vía intentando y/o compaginando otras formas de estímulos, variando esos que siempre han estado circunscritos a las mismas zonas erógenas, y bajo conductas muy convencionales. Diferentes formas de contacto, goce y sexo son: acariciar, masturbar, besar, abrazar, masajear, conversar (eróticamente), felar, lamer y largo etcétera.
¡Una buena sesión de sexo va en el arte de combinar!
Las diferentes formas de erotismo le rinden pleitesía, o le hacen reverencia a los sentidos a través de la contemplación de otros terrenos. El erotismo se convierte en una pericia transgresora para los amantes que procuran salir de lo corriente, y buscan una buena sesión de sexo con exuberancia, asombro y excepcionalidad.
Conocer, combinar y aplicar varias alternativas para gozar el encuentro sexual sin el afán de la penetración, genera tranquilidad. El disfrute no se obtiene solo en el coito, aprender otras habilidades eróticas, reduce, entre otras cosas, la ansiedad por rendir, causa psicológica de muchas dificultades sexuales y obstáculo para el entretenimiento.
“Una buen ‘cónclave’ sexual es un juego que demanda diversión, por ende, curiosidad, exploración, creatividad. Irnos por caminos distintos, dejando de lado los de siempre y a veces cansinos recorridos”.
“Pensar el sexo reducidamente a un contacto genital es desaprovechar las ilimitadas posibilidades que los sentidos, el imaginario, las fantasías, y los deseos permiten”.
“Diferentes formas de contacto, goce y sexo son: acariciar, masturbar, besar, abrazar, masajear, conversar (eróticamente), felar, lamer y largo etcétera”.