Breiner Andrey Díaz Galván es un joven patrullero que cada día combina sus dos pasiones. La mayor parte del tiempo ejerce como Policía, adscrito a la Unidad Nacional de Restitución Tierras y Antiterrorismo de la regional Dos ( Putumayo, Caquetá, Huila y Tolima), sin embargo, en sus ratos libres se dedica al dibujo y a la pintura.
Afirmó que lo que más le gusta plasmar son rostros, paisajes y animales. Sus técnicas favoritas son el carboncillo y el lienzo.
Cuando está en casa, pinta en su estudio; tiene escritorio y caballete, pero cuando sale de viaje, en su labor como funcionario, siempre lo acompañan dos maletas en las que guarda las herramientas de su otro trabajo. Pinceles, acuarelas y pinturas son sus amigos inseparables.
Historia
Breiner es tolimense. Nació en Falán, el ‘Balcón del Tolima’. Creció en la vereda Piedra Negra y hasta hace cuatro años, cuando decidió ser Policía, vivió en esa población del Norte del Departamento. En su opinión, nació y creció en un paraíso, rodeado de árboles, cultivos, animales, ríos y bosques. La naturaleza, lo inspira.
En diálogo con Q’HUBO, contó que desde que tiene uso de razón le encanta la pintura. Aunque nadie en su familia había sido pintor, cree que de cierta manera su padre y abuelo tuvieron algo qué ver con su talento.
“Mi padre, Hugo Díaz, es campesino y a lo largo de su vida ha cosechado toneladas de alimentos. Él tiene en las manos el arte de labrar la tierra. Mi abuelo, Gregorio González, fue carpintero y construyó infinidad de muebles y casas en madera. En sus manos tuvo el arte de dar techo y resguardo”, aseguró.
Confesó que nunca ha asistido a una clase de dibujo, aunque sí se apoya en material que ve por Internet. Todo ha sido innato. Una de sus metas, es hacer parte del Laboratorio de Arte Forense de la Dijín, y hacer retratos hablados, entre otras funciones.
Llamado a la paz
Breiner se describe como una persona noble. Uno de los hechos que lo tocó bastante, fue el asesinato de su ‘curso’, Juan Sebastián Bríñez, el patrullero tolimense asesinado en Cali en medio de las jornadas de protestas, en mayo pasado.
“Los dos estudiamos en la Escuela Gabriel González de El Espinal. Su muerte nos afectó mucho y en honor a su memoria, dibujé su rostro. A finales de agosto viajé al Espinal, visité su tumba y le entregué el cuadro a su mamá. Hoy el retrato reposa en la sala de su casa. Es una manera de hacerle honor a un joven lleno de sueños que entregó su vida por servir”, indicó. La dibujó en la técnica grafito (lápiz); le dedicó cinco horas.
Asimismo, como símbolo de la no violencia y respeto por la vida, retrató a Lucas Villa, el líder estudiantil asesinado en Pereira, además de otros uniformados que perdieron la vida en medio del paro nacional.