María Ubaldina Cáceres Meneses le contó a Q’hubo su secreto para tener 105 años y lucir bien

Con una sonrisa de oreja a oreja, su buena ‘pinta’ y lúcida,  permanece María Ubaldina Cáceres Meneses a sus 105 años de edad. Vive en el barrio Topacio al cuidado de tres de sus cinco hijas, pues dos viven en Bogotá y España. Sin embargo, desde la distancia están pendientes de ella. Entre sus recuerdos, le contó a Q’HUBO cuál es el secreto para vivir tantos años y estar más firme que un roble.

Algo de su historia 

Sentada en un sillón, con un vestido elegante, bien peinada y unas lindas joyas, pero sobre todo con la mejor disposición del mundo, doña María Ubaldina le dio el saludo al equipo de redacción.

‘Marina’, así le dicen de cariño a esta mujer que pese a los años, enfermedades y el peso de las circunstancias que ha tenido que enfrentar, se ve de menos edad y muy saludable.

Cáceres cumplió 105 años el pasado 16 de febrero y parece que va por más. Su día comienza a tempranas horas cuando se levanta de la cama para escuchar o ver la misa, pues para ella es una de las actividades sagradas y que no puede dejar de hacer, ya que de esta manera le da gracias a Dios por su numerosa familia. Luego, se organiza y con la ayuda de una enfermera o de sus hijas, se pone bien ‘pispa’, desayuna y juega dominó, cartas o parqués, y le da una ‘trilla’ a sus contrincantes.

Para ella, el ‘elixir’ de la vida es el amor de su familia. Desde muy joven conformó su hogar con un paisa, con el que tuvo nueve hijos, de los cuales de su árbol genealógico se desprenden 54 nietos, 31 bisnietos y seis tataranietos, a quienes cuando tiene la oportunidad le cuenta las historias de su vida y les recuerda de manera constante que cuando muchacha vivió por muchos años cerca a la iglesia El Carmen de Ibagué.

Una etapa díficil de su vida, según recuerda, fue la época de la violencia, que la desplazó de una finca en San Juan de la China junto a sus pequeños hijos y esposo.

Disfruta de la vida 

‘Marina’ es hipertensa, pero por fortuna no sufre de diabetes, algo que le permite comer muy bien y de todo, en especial su comida favorita, el pescado.

Antes de la pandemia por el Covid-19, sus seres queridos se reunían para demostrarle el amor infinito que le tienen, sin embargo, ahora la saludan de manera virtual. 

Dice que le gusta viajar y ha conocido varios países como Estados Unidos, Panamá, Curazao y en Colombia ha recorrido regiones como San Andrés y Providencia. Tenía planeado un viaje hace dos años a Europa, donde vive una de sus hijas, pero el coronavirus no lo permitió.

Al parecer, la mayor herencia que su madre le dejó es la longevidad, debido a que falleció  a los 102 años.

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