El fin de semana, la Fundación Faro, entidad que durante los últimos años estuvo a cargo del Centro de Atención Especializada, CAE, Politécnico Luis A. Rengifo, entregó las instalaciones del lugar. Algunos jóvenes fueron trasladados a CAES de otras regiones y otros regresaron a sus hogares, según acuerdos que hicieron con las autoridades pertinentes.
Q’HUBO diálogo con Deisy Hortúa, quien era la directora del centro de resocialización.
Contó que desde 2020, la Fundación Faro había tomado la decisión de no estar más frente a la entidad, principalmente por la caída de bombas (paquetes de alucinógenos y armas) que afectaba la convivencia de los jóvenes.
“La infraestructura del CAE afectaba el proceso de resocialización de los adolescentes. La caída de las bombas se nos salía de las manos porque nuestra misión era los procesos restaurativos y no la vigilancia del lugar. Ni la Policía podía ingresar sin la autorización del Bienestar (Icbf)”, explicó.
Agregó que aunque lo recomendable era que en cada habitación durmieran uno o dos muchachos, por las condiciones del Politécnico, hasta seis jóvenes dormían y convivían en un mismo espacio.
“Esperamos que la Gobernación adecúe la infraestructura para poder implementar procesos mucho más incluyentes y que los jóvenes que fueron reubicados en Caes de otros departamentos, puedan regresar y estar cerca de sus familias. Tenemos la esperanza de que la historia del Politécnico se parta en dos y lo que venga sea mucho mejor”, dijo.
Reiteró que a pesar de los tropiezos que se vivieron al interior del CAE, todo no fue malo.
“Muchos jóvenes se graduaron, terminaron sus estudios de bachillerato y aprendieron diferentes artes, como es el caso de Elkin Felipe Ramírez (Ver recuadro)”, puntualizó.
Otra mirada
Aunque muchos vecinos del barrio Claret celebran la desaparición temporal del Politécnico, la presidenta de la Junta de Acción Comunal, Jaqueline Vásquez, tiene otra mirada de la decisión: “Fui testigo de muchas historias de vida al interior del Centro. Además, allí se generaban unos 50 empleos directos y la mayoría de colaboradores eran del barrio. Hoy quedaron sin empleo y con mucha nostalgia porque eran una familia. Durante todo este tiempo como presidenta tuve excelente comunicación con las directivas y siempre estuve al tanto de lo que allí sucedía”, señaló.
La nueva vida de Elkin
El sábado, Elkin Felipe Ramírez empezó una nueva vida. Luego de estar cuatro meses en el Politécnico, hoy ve la vida con otros ojos. Tiene esperanza y muchas ilusiones. El fin de semana, sus familiares lo recibieron con los brazos abiertos; creen en él y lo apoyan.
Elkin contó que sus malos pasos iniciaron a los 11 años, cuando empezó a consumir alucinógenos y distribuirlos en el barrio Jardín. Estuvo cerca de la muerte, sobrevivió a varios ataques de otras bandas y hasta al infierno de las drogas.
“Durante cuatro años estuve entregado a las drogas. Probé de todas, hasta el bóxer, pero me cansé de los excesos. Un día casi me quedo en un viaje de bóxer y le pedí una oportunidad a Dios. Al final me quedé con la marihuana, pero me enamoré de una niña sana, que me terminó de sacar del abismo”, indicó.
Para él, haber pasado por el Politécnico fue una enorme oportunidad: “Aquí perfeccioné mis conocimientos en barbería. Me volví el barbero preferido por todos, educadores y jóvenes, y mi meta es montar muchas barberías en la ciudad. La Gobernación y la funcionaria Martha Astrid Peña me van a ayudar con los elementos para la primera. Las segundas oportunidades sí existen y sí es posible cambiar, dejar los malos vicios y las malas compañías. Todo es una decisión”, puntualizó.